Cuando el sol se oculta, lejos de oscurecerse, Roma ilumina sus calles e invita a los viajeros a adentrarse en su deslumbrante vida nocturna y hacer de sus noches en Italia algo memorable.
Por la noche, la “ciudad eterna” resplandece y se vuelve aún más atractiva. Sus monumentos se iluminan y sus avenidas principales se llenan de música y arte, el modus vivendi de esta sociedad desde hace ya varios siglos. Los paseos nocturnos te permiten perderte entre sus características calles, por las que alguna vez cabalgó el mismísimo César, y maravillarte con sus ruinas, su gastronomía y una vibrante vida urbana, que provocan en cualquier viajero enamorarse perdidamente de la ciudad y fantasear con la idea de vivir ahí algún día.
Además de todo su pasado imperial, Roma cuenta con una de las vidas nocturnas más fascinantes del continente europeo, la cual fue perfectamente representada por Paolo Sorrentino en su película La gran belleza y retratada por el gran Fellini en La dolce vita.
La puesta del sol le da un resplandor mágico a la ciudad, difícil de descifrar. Los viajeros que prefieren refugiarse en su cuarto de hotel para “recargar pilas”, se despiden con un ¡Buona notte! y, los que se quedan, le dan la bienvenida a la noche con un Buona sera, mientras emprenden camino a lo que será el principio del fin.
Uno de los atractivos nocturnos de Roma es la gran variedad de terrazas que se distribuyen por toda la urbe y, si eres un poco observador, podrás ver cómo se van llenando de interesantes personajes fellinescos que le dan vida a cada escenario.
The Jerry Thomas Project es un speakeasy, al cual no es muy fácil entrar, ya que para disfrutar de sus cocteles, debes conocer el password que cambia constantemente. Pero una vez dentro, puedes notar cómo este lugar le rinde homenaje al padre de la mixología americana: Jerry Thomas. La decoración ecléctica, con fotografías en blanco y negro de la época de la prohibición americana, la mezcla de muebles vintage y la luz tenue, hace de este el sitio ideal para comenzar la noche.
Como buen amante del gin, lo primero que hice fue ordenar un Oriental Eyes, uno de sus signature drinks que lleva como base esta refrescante bebida, mezclada con sabores asiáticos como té matcha y el Baijiu – bebida alcohólica producida a partir del sorgo– una combinación digna de recordar.
Tras pasar un rato agradable tratando de persuadir al bartender para que me diera la receta del Oriental Eyes –lo cual fue imposible– y deseoso de experimentar una fiesta al puro estilo de Jep Gambardella, me encaminé a Testaccio, una de las zonas más concurridas por los romanos debido a su amplia oferta nocturna y, aunque no es el vecindario más bonito de la ciudad, sus múltiples clubs, como el Radio Londra y el Akab, me confirmaron porqué es uno de los hotspots más buscados por los noctámbulos.
Al caer la noche, los restaurantes y los bares de este vecindario se llenan de jóvenes que salen a disfrutar de los placeres más mundanos. Y después de disfrutar de un par de Negronis –ginebra, vermouth y Camapari– en Niji Café, decidí vivir la experiencia de Rashõ- mon, un night club que lleva más de 10 años moviendo la escena nocturna de Roma, ubicado en Ostiences, el barrio que alberga las propuestas más novedosas de la ciudad.
Además de ser un club nocturno, Rashõmon también se comunica con un pequeño bar, donde encuentras diferentes tendencias europeas y música sofisticada. Las fiestas dentro de este sitio se han convertido en un símbolo para los romanos y no solamente para los jóvenes, sino también para los adultos, a quienes puedes ver bailando con alguna modelo, o que podría serlo porque casi todas las chicas parecen salidas de una revista.
Este lugar se encuentra muy al sur de la ciudad y los alrededores no son nada elegantes, más bien una zona industrial, muy grunge todo el asunto, paredes llenas de grafitis y pósters viejos, callejero y underground. A pesar de ello, y probablemente debido a que se encuentra cerca de la Universitá degli Studi di Roma, la zona está llena de gente joven.
Para la mayoría de los extranjeros, pasar la cadena no es tarea difícil y una vez que te encuentras caminando por el corredor que te llevará a la gran sala principal – que parece una gigantesca bodega industrial totalmente negra – comienzas a escuchar una mezcla entre música electrónica y gritos de los diferentes patrones extasiados, disfrutando del ambiente de música, y de todo lo demás. Conforme va transcurriendo la madrugada, la música electrónica se va mezclando con algunas piezas indie o new wave, convirtiendo al DJ en el centro de atención, hasta que los participantes de esta fiesta nocturna se van disipando poco a poco.
Roma no se hizo en un día y lo podemos comprobar con sus monumentos y piazzas que se levantan en medio de una metrópolis que no ha descansado desde el día en que se fundó, entonces ¿por qué iba a descansar yo? Sabiendo que puede ser que no vuelvas a esta ciudad, no puedes darte el lujo de quedarte descansando en tu hotel y ordenar room service después de una noche de fiesta. Amanecía en la ciudad de todos viajeros, a donde todos los caminos conducen, así que, decidí tomar un taxi, y por la ruta que tomó, alcancé a ver, solos y silenciosos, los monumentos y las cúpulas que iban apareciendo tras la claridad del día que llegaba.
Llegué a mi hotel, ubicado en la Via Veneto, una de las avenidas con mayor glamour de Italia. Me di un baño y salí con la intención de explorar cada rincón de la ciudad, lo cual es –para ser honestos– prácticamente imposible, pues Roma es considerada el museo al aire libre más grande del mundo y una vida entera no sería suficiente para descubrirla.
Me dirigí a Trastevere, un barrio bohemio que se localiza detrás del Vaticano y que alberga la mayor parte de la vida estudiantil de la ciudad. El aroma a café proveniente de las pequeñas trattorias y cafeterías, impregna todas las calles de esta urbe y, la mejor manera de comenzar el día, es con un espresso, un croissant y alguna revista de moda. Esta última es fundamental en este país, pues los italianos nacen y viven para llevar las últimas tendencias, algo que se puede percibir claramente al recorrer las calles de la ciudad.
Siguiendo la expresión “When in Rome, do as the Romans”, me fui más tarde al Caffè Barocco –uno de los restaurantes que está en el centro de la Piazza Navona– y con una copa de vino Amarone Della Valpolicella en mano y un cigarrillo en la otra, con vista al frente para contemplar el ocaso, viendo la perfecta arquitectura de sus fuentes y admirando a las mujeres italianas, quienes han sido un referente para la concepción de la belleza en el mundo. Perfectamente peinadas como si acabaran de salir de una estética, mascada alrededor del cuello, un sin fin de accesorios y un bronceado natural, son algunas de características que las definen y hacen que todo mundo las voltee a ver mientras caminan por le strade della cittá .
Terminé la larga giotnata en la Piazza Spagna, famosa por su escalinata que llega a los pies de la iglesia Trinità dei Monti. Es un sitio perfecto para observar a los turistas que se sientan a descansar en los escalones, mientras saboreas un delicioso gelato. Esta delicia italiana no puede faltar en tu lista de alimentos por probar, pues el gelato italiano es muy distinto a un helado normal, gracias a su elaboración artesanal y sus ingredientes frescos.
Sin duda, Roma es un paraíso para los foodies, ya que de cada esquina se desprenden deliciosos aromas que hacen imposible no parar a devorar un pedazo de pizza recién horneada o cualquier otro de sus manjares. Uno de mis favoritos es el sándwich de porchetta, relleno de lomo de cerdo a las finas hierbas. Así que, queriendo saciar mis instintos gourmands y probar los platillos típicos de la cocina mediterránea, me senté en una de las rústicas trattorias, que se encuentran escondidas por los callejones de la ciudad y, aunque el servicio puede ser muy informal, los exquisitos platillos compensan cualquier descuido.
Es difícil poder expresar la vibra de esta ciudad. Nada de lo que pueda decir le brindará el honor merecido a la “ciudad eterna”, la cual ha sido mejor descrita y dibujada por un sin fin de escritores a lo largo del tiempo. Su elegancia, sus im – ponentes edificaciones, que te remontan a otra época, y su caótico orden hacen de Roma la capital a la que siempre se quiere volver
Texto por Andrée Chacón
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