Desde 2008, cuando fue lanzado, ASVOFF ha sido cada vez más aclamado por promover e impulsar tanto la moda como el cine; así se creó un nuevo género llamado fashion film. El festival se ha transmitido en prestigiosos espacios y eventos, como el Barbican, el Museo Guggenheim y el Festival de Cine de Cannes. ASVOFF no es solamente una competencia de increíbles short films de estilo, belleza y moda, es también una plataforma para exponer ante el mundo documentales, conferencias, instalaciones y un medio para evaluar este nuevo género. Su creadora, Diane Pernet, ha sido un ícono de la moda internacional desde los años 80 y ha sido galardonada por su espíritu pionero, sobre todo en medios digitales, donde es considerada una de las tres personas más influyentes en blogs globales de moda. Sus proyectos han incluido desde la selección y scouting de nuevos talentos para el Festival Hyères, hasta dirigir grandes editoriales de moda en diferentes medios reconocidos mundialmente. Su visión ha abierto puertas a talentos emergentes y ha dedicado su carrera profesional y su pasión personal a promover las artes y la creatividad alrededor del mundo, especialmente para el mundo del cine y la moda. En la siguiente entrevista nos permite conocer un poco más sobre el festival ASVOFF, A Shaded View on Fashion Film, que se llevará a cabo en la Ciudad de México en septiembre de este año y nos comparte algo sobre su mentalidad y experiencia, que la han llevado a convertirse en un ídolo único y visionario para diseñadores y cineastas alrededor del mundo.
¿Cómo se te ocurrió la idea de mezclar moda y cine? Las dos son grandes formas de arte y creación, ¿qué las hace similares?
Al ser ambas increíbles formas de expresión y creatividad, la moda y el cine tienen varias cosas en común. Pero en términos de qué es lo que las une para realizar un festival, me parece que el elemento más importante es el de contar historias. Una de las cosas que diferencia a la moda de simples piezas de ropa es la capacidad de contar una historia; y contar historias es, por supuesto, el corazón del cine. Por lo que, al juntarlas en un solo género, no es de sorprender que el resultado sea potente, explosivo y entretenido.
Personalmente, he amado el cine desde niña, cuando mis padres me llevaban al drive-in a ver películas. Se trataban de misterios, sueños y fantasías y me sentí enganchada automáticamente a cada una de ellas. Cuando estudié cine, mi escuela se especializaba en documentales, y claro, yo lo que quería era hacer ficción. Después de eso tuve una larga carrera en diseño de modas. Así que, en conclusión, he estado obsesionada por estas dos formas de arte por décadas. ¿Por qué no unirlas? Esa fue la razón para crear mi primer Fashion Film Festival.
En agosto de 2006 lancé mi primer festival con esta temática con un colaborador de mi blog. Lo llamamos You Wear It Well y lo trabajamos durante dos años, hasta que percibí que yo estaba haciendo todo el trabajo, por lo que decidí terminar la colaboración e iniciar ASVOFF en 2008.
El primer venue fue Jeu du Paume y desde 2009 se ha transmitido en Centro Pompidou. Increíblemente, en tan poco tiempo, ha habido una gran evolución en los dos géneros dentro de este festival.
¿Crees que con estos festivales los diseñadores pueden llegar a un mayor target y comenzar a darse a conocer a generaciones cada vez más jóvenes?
Me parece que no tiene nada que ver con la edad, en realidad. El festival incluye el trabajo de grandes marcas establecidas, así como de diseñadores emergentes de nicho; sin importar edades, ellos y sus colaboradores usan el cine como medio, por sus cualidades, como animación, sonido, narrativa visual… para, potencialmente, alcanzar una mayor audiencia.
¿Cuál es tu inspiración para ASVOFF?
Por un lado, es una forma de unir las cosas que amo: moda, cine, arte, danza, música… Mis estudios son en cine, fui diseñadora de moda para mi propia marca por trece años, trabajé como diseñadora de vestuario para algunas películas en París, actué como extra en algunas otras —que fue como conocí a Roman Polanski en The Ninth Gate y a Robert Altman en Prêt-à-Porter—. Al mismo tiempo, se volvió evidente que el festival de Fashion Film era necesario para crear el género fashion film como tal, además de que el festival funciona hoy en día como una plataforma para evaluar este género y que tanto directores como diseñadores puedan experimentar, mejorar y empujar sus límites para lograr nuevas creaciones.
Para ti, ¿qué es lo que hace a un diseñador emergente original, creativo y fresco con la finalidad de resaltar entre tanta competencia?
Lo más importante en cualquier colección es que el diseñador tenga un fuerte punto de vista. La mayor parte de las marcas comerciales realmente no necesitan pasarelas, los showrooms son suficientes. En India, por ejemplo, se encuentra Manish Arora. Su impacto se logra gracias a su colección más artística, para la que usa su propio nombre, pero sus ingresos probablemente vienen de su línea comercial bajo el nombre de Fish Fry. Este modelo permite que los diseñadores más progresivos puedan mantenerse y continuar creando.
Definitivamente, tener dinero para sustentar la marca es un factor decisivo para sobresalir entre la competencia. Londres produce mucho más talento que cualquier otra ciudad —e incluso país— en la que el gobierno apoye a sus diseñadores, como es el caso de Austria, Holanda y Portugal. Hay varias razones para esto, pero me parece que esta lucha por mantenerse forma parte del proceso creativo. Cuando la vida es demasiado sencilla nada muy interesante parece emerger. Holanda, por ejemplo. ¿Cuántos grandes diseñadores internacionales son holandeses? Claro, los primeros fueron Viktor & Rolf, que han tenido mucho éxito; y ahora una de mis diseñadoras preferidas, Iris Van Herpen. Pero únicamente dos diseñadores, en un país que recibe tanto apoyo por parte del gobierno, es impresionante.
Por otro lado, pensemos en Bélgica, que tiene muy poco apoyo financiero por parte del gobierno. Jóvenes diseñadores belgas emergen rápidamente y cada vez más, como es el caso de Anthony Vaccarello o Jean-Paul Lespagnard, que no vienen de dinero. Es talento puro. En el caso de Jean-Paul Lespagnard, ni siquiera tuvo una educación prestigiosa y ganó un concurso en Hyères, como Vaccarello, que impulsó sus carreras y los ayudó a crear un nicho en el mercado internacional. Anthony ganó el premio ANDAM el año pasado y Jean-Paul ahora cuenta con la inversión de Anne Chapelle en su trabajo. Hace algunos años el éxito logrado no tenía nada que ver con apoyo financiero gubernamental y sí, con trabajo duro y creative vision, que, con el tiempo, terminaban por ser reconocidos.
Después de tantas décadas de poco apoyo financiero por medio de premios y concursos, hoy en día me parece que está saliéndose un poco de control. El mejor ejemplo que puedo darles es Mango. ¿Por qué sería merecedor de un premio de €300,000 un joven diseñador emergente? ¿De verdad les parece que ganarse el premio lo hace merecedor de tanto dinero? Me parece más una herramienta de marketing que un premio por el talento de un nuevo diseñador de moda.
¿Consideras que tienes un buen ojo para talento innato? ¿Apoyas nuevos talentos cuando crees en ellos?
Sí, y sin querer sonar poco modesta, me parece obvio que es así.
México tiene gran cultura e historia. ¿Te parece que esto les da otra perspectiva e impulso a diseñadores mexicanos respecto al mundo de la moda?
Potencialmente podría ser así. También es cuestión de preguntarnos qué tanto el país necesita salir de sus propias fronteras para tener un negocio más sano. Por ejemplo, en los casos de Brasil o India, que son grandes mercados como México, quieren verse e interactuar con el mercado internacional, pero ¿qué tanto lo necesitan? Tradicionalmente, los diseñadores han tenido buenos resultados en sus negocios nacionales y aunque esto está cambiando poco a poco, no muchos de ellos han cambiado sus diseños para hacerlos atractivos o vendibles al consumidor internacional. Me parece que es difícil, ya que las marcas internacionales comúnmente se vuelcan más sobre prestigio que sobre diseños como tal.
Cada mercado emergente ha creado un Fashion Week que pretende estar junto a París, Milán, Nueva York o Londres, pero toma mucho tiempo, consistencia y talento. Parece que todo el mundo quiere éxito instantáneo, pero no creo que exista tal.
¿Qué esencia importante has encontrado en México? En su gente, sus calles, colores, comida, música, arte…
Me gusta mucho la calidez y curiosidad que he encontrado en las cortas visitas que he hecho. Me encanta la historia, el arte, la comida, la música y he visto impresionante arquitectura también. Me fascina La Catrina y todas las ilustraciones de José Guadalupe Posada, de hecho, tengo una en casa con un gran sombrero y muchos accesorios. Es impresionante la gracia y sensualidad de su gente, sin importar la edad que tengan. Tuve el placer de visitar el taller de Carlos Amorales hace algunos años y admiro mucho su trabajo. También estuve presente en la exhibición de Gabriel Orozco en París, estoy segura de que hay muchos artistas contemporáneos que me encantaría descubrir.
¿Qué significa viajar, en términos de inspiración, para tu trabajo y a nivel personal?
Viajar es una gran fuente de inspiración, tanto por la gente que conoces como por la cultura que absorbes, y, claro, por la comida que pruebas; esto, entre muchas otras cosas de las que posiblemente no estás consciente de que estás absorbiendo. Pero para mí, en particular, se trata sobre todo de sumergirte en una atmósfera nueva y diferente.
Si pudieras recomendar un lugar en el mundo que, en tu opinión, todo el mundo debería conocer o visitar una vez en la vida por lo menos, ¿qué lugar sería?
Parador Santiago de Compostela, el Hostal dos Reis Católicos, que en 1499 era el hospital real de esa parte de España. Está situado en la Praza do Obradoiro, donde también se puede ver la Catedral. Es probablemente uno de los hoteles más viejos del mundo y simplemente te roba el aliento. Hace varios años curé un festival de cine, moda y fotografía en Santiago de Compostela, y es, hasta hoy, el lugar con más magia en el que he estado alguna vez.
Si hubieras podido hacer cualquier otra cosa como profesión, ¿qué hubieras escogido?
Sería directora de cine o filántropa.