Texto por: Terry Guindi
El cambio es una manera natural del Universo para recordarnos que todo se transforma. Así como las estaciones pasan de una a otra en suave movimiento, en primavera es el renacer, en el verano el éxtasis, el otoño tiene un peculiar acento cuando descubrimos que las hojas de los árboles se tornan de otro color y caen; en invierno, el fin del ciclo de la vida.
Tal y como el árbol renueva sus hojas, es momento para reflexionar y observar nuestra cosecha; nacerán nuevas hojas, nuevos proyectos, y de la mano con ellos, nuestras buenas intenciones.
“Lo que siembras, cosechas”, enseña la Biblia. Sócrates llamó a esta acción “La ley de causa y efecto”; Newton, en su tercera ley de física, señala que “A toda acción corresponde una reacción de igual magnitud, pero en sentido inverso”.
Olvidemos las cosas desagradables, aquellas que nos causaron penas y que significaron un obstáculo para alcanzar el éxito.
Aprendamos de nuestras caídas y continuemos caminando con paso firme. Quien lo logra, se convierte en dueño de su actitud, puede llegar a ser feliz tanto en circunstancias prósperas como adversas, regocijándose a pesar de que otros continúen tristes y pierdan la esperanza.
El gran error en el que muchas personas caen es pensar que una actitud positiva les permitirá lograr cualquier cosa que deseen. Creen que si se concentran y piensan positivamente podrán alcanzar absolutamente todo lo que desean; esto es necesario, pero se requiere trabajo, dedicación y tiempo adicionalmente.
Una intención positiva ampliará tu visión de manera que puedas hacer todo con mejores resultados que los que lograrías a partir de una negativa. Podrás aprovechar al máximo tu potencial y utilizar más eficazmente tus habilidades. Dejarán de afectarte los eventos incontrolables. Es claro que solo recibiremos lo que hayamos sembrado.
Deja de engañarte; cada uno cosecha lo que siembra. Sigamos haciendo el bien, si nunca nos damos por vencidos, a su debido tiempo, gozaremos de la cosecha.
Desafío, optimismo, valor. Todo concatenado en una sola palabra: actitud.
Por la actitud de antemano podemos saber quién va a ganar y quién llega ya derrotado. El que está dispuesto a triunfar lo transmite; el que llega con una excusa bajo el brazo para justificar su derrota, también lo deja ver por su mala actitud.
Reflexionemos un momento cuáles son nuestras actitudes en la cotidianeidad, ante nuestros seres queridos, ante quienes nos rodean, ante aquellos inocentes, de palmo a palmo, a quienes culpamos de nuestros males sin que los conozcan ni hayan influido en ellos, y muchas veces más, en automático, sin imaginarnos siquiera el evento ni desearlo, en la irreflexiva muestra de nuestras carencias.
Cuestiónate tus actitudes de día en día, con tus seres queridos; pregúntate alguna vez qué tan amable sueles ser. Actitud positiva atrae resultados positivos. La diferencia en los resultados se encuentra en la semilla: imposible de obtener manzanas si los árboles son perales, tal y como dice el refrán popular.
Los seres humanos a lo largo de la historia hemos mantenido la creencia de que existe alguna fuerza oculta que dirige el rumbo de los acontecimientos, que la vida es una sucesión de hechos como resultado de causas distintas a la voluntad. Esto es una mala interpretación de la palabra destino, como si este estuviese escrito y moldeado y su resultado fuera invariable. Nada más erróneo, nada más equivocado.
Estas creencias nos quitan la responsabilidad de nuestras vidas, la capacidad de decisión, la capacidad de vivirlas en sí mismas. Hay destinos manifiestos, sí, pero su explicación radica sencillamente en las incapacidades propias de factores predeterminados: el hombre está impedido a volar por sí mismo, pero estas limitaciones motivaron la creatividad suficiente para diseñar y hacer vehículos para transportarnos por aire.
El ser humano como una marioneta, en búsqueda de una mano que lo haga actuar es una expresión de la comodidad resultante de aceptar acríticamente nuestros tiempos y la vida misma, lo que personalmente llamo zona de confort. Podemos modificarlo, podemos influir radicalmente en eso que conocemos como destino si actuamos con conciencia, con método y con voluntad.
La responsabilidad sobre nuestra vida es distinta a creer en un destino predeterminado, es preferible tomarla como una enseñanza y un campo donde sembrar y construir.
“Existe una Ley operante detrás de todo… la Ley de Acción y Reacción o de Causa y Efecto o simplemente karma. El karma es el destino, pero… recuerda que tú eres responsable de tus acciones y de tu destino”. Walkiria Palmier
¡Karma, qué sofisticada palabra!
Siendo tan sencillo llamarla causa-efecto como ya lo hemos mencionado. Has construido y bordado cada segundo en inconsciencia ese fantasma indomable que llamas karma. Qué cómoda e irresponsable actitud ante la vida tener a quién culpar y llamarlo “destino”.
Esta palabra es una incorporación lingüística del idioma hindi, mal interpretada y traducida como premio y castigo. ‘La debía; es su karma’, ‘Pobre, qué destino; es su karma’. Lo que te impide crecer y hacerte cargo de ti mismo. Si estás a disgusto con lo que la vida te ofrece, analiza detenidamente qué le otorgas tú a la vida.
Lo que coloquialmente llamamos ‘karma’ carece de signo, puede ser positivo o negativo; ya sabemos que esa es una interpretación absolutamente personal. Vivimos con cientos de limitantes, vienen de nuestros padres, maestros y círculo de vida; los tenemos de siempre y vamos sumando más. El secreto para transformar las creencias limitantes está en encontrar su raíz. Una vez que la hayas descubierto irás transformando una a una.
Al tomar la creencia limitante y entender su origen, lo único que tienes que hacer es anteponer una creencia positiva y
creativa.
Poco a poco irás haciendo de esto un hábito hasta que imprimas nuevas ideas en tu memoria celular creando una nueva realidad y por ende un nuevo destino, sembrando buenos karmas siempre.
Recuerda que vivimos en un mundo de infinitas posibilidades y de ideas ilimitadas. Rompe con los esquemas y patrones que te han limitado, acepta que eres merecedor de la abundancia, toma conciencia de las miles de oportunidades que existen, tu éxito depende de ti.
Cosecharemos lo que tiempo atrás sembramos y trabajamos. Dependerá del cuidado y del esmero, del tiempo adecuado para depositar la semilla en la tierra, de las vibraciones altas o bajas que hayamos experimentado cuando lo hicimos.
Sembrar karmas positivos siempre es factible cuando partimos de lo que te he expuesto, es solo una relación causa-efecto. Sembrar es una tarea que en conciencia permite tener una idea clara de lo que recibiremos del proyecto y del esfuerzo, de sus condiciones.
El momento más eficiente para lograr los deseos dista de ser una casualidad, es una causalidad, está absolutamente relacionado con las circunstancias que prevalecen y las que generemos en nuestro entorno.
Terry Guindi, escritora y conferenciante mexicana se ha especializado en la Ley de Atracción para lo cual ha escrito varios libros, algunos de ellos bestsellers, además de dictar conferencias en México y en el extranjero; participa constantemente
en programas de radio y televisión pública semanalmente en su columna “La palabra mágica” en un diario nacional.
Ha estudiado con maestros de renombre como Anthony Robbins, Deepak Chopra, Caroline Myss, Wayne Dyer.
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Twitter @TerryGuindi