El pasado 12 de mayo se llevó a cabo la primera edición de Akamba, un festival de música, arte y gastronomía en Tequila, Jalisco. Este festival fue creado por el equipo de Bahidorá, pero el concepto es totalmente nuevo y único. Akamba, que significa “agave” en purépecha, es una celebración del folclor mexicano y del lugar en el que crecen los agaves azules, fuente de la bebida más representativa de México: el tequila.
Para algunos, la experiencia comenzó un día antes en el José Cuervo Express, que salió de Guadalajara hacia Tequila. A bordo del tren, los invitados disfrutaron de cervezas y drinks preparados con Tequila Cuervo Tradicional, así como de antojitos mexicanos, música de artistas nacionales como Ave Paradiso e Iñigo Vontier y de un panorama conformado por eternos campos de agave azul. Al llegar a Tequilla, tuvo lugar una warm-up party en la extraordinaria Hacienda El Centenario para dar inicio a un fin de semana inolvidable.
Al día siguiente, los primeros beats sonaron a las tres de la tarde en las faldas del volcán de Tequila en medio de los campos de agave de José Cuervo. La locación tenía un vibe desértico y una decoración tribal conformada por teepees de distintos tamaños y con diseños inspirados en las pinturas rupestres de antiguas civilizaciones. Los asistentes, en su mayoría originarios de Guadalajara o de la Ciudad de México, llegaron con sus mejores looks bohemios conforme a la temática del festival. También hubo presencia internacional con varios invitados extranjeros que acudieron para acompañar a sus grupos favoritos.
Se vivió un ambiente de convivencia positiva y gozo de la mano de un excelente lineup. En el escenario principal, llamado Uni, tocaron grupos con propuestas y nacionalidades variadas como Salón Acapulco, grupo mexicano electrotropical; los canadienses de Timber Timbre, con un estilo folk; Hollie Cook, cantante británica de reggae; Mayer Hawthorne, productor, cantante y multi-instrumentalista americano; Matanza, banda de rock brasileña; y el artista francés Nicola Cruz. Simultáneamente, en Ori, un escenario más pequeño con forma de pirámide, el público se deleitó con múltiples DJs como Cabizbajo, Heidi y Niño Árbol.
Entre las presentaciones musicales, los invitados tuvieron la oportunidad de apreciar las obras de arte y las instalaciones efímeras localizadas alrededor del festival, además de participar en otras actividades y activaciones como una silent disco o la lectura de su carta astral.
La parte gastronómica también estuvo presente con varias opciones de gourmet streetfood como las hamburguesas, las alitas y las papas gajo de Rooster Kitchen; los sándwiches de Lupes BBQ acompañados de elote, ensalada de col o mac & cheese; los platillos de inspiración asiática de Uke Mochi; y, de postre, una de las deliciosas donas de Jolly Molly. Para tomar, Tequila Cuervo Tradicional preparó cocteles frescos con limonada y chía, o con agua de jamaica y romero, además de la Muletta, su bebida signature que lleva ginger beer, jarabe natural, jugo de limón y mucho hielo.
Al caer la noche, se encendió una fogata en el centro del festival que se convirtió en el punto de reunión para todos los que querían descansar y relajarse con amigos. Con la oscuridad, nacieron las luces neón, que iluminaron tanto los escenarios como las obras de arte, creando una ilusión óptica creativa, cambiante y fascinante que acompañó los performances de los últimos grupos hasta el amanecer.
Texto por Sofía Gutiérrez