Con tan solo veinticuatro años de edad, Tessa Ia González Norvind es la auténtica personificación del arte en sus diversas formas. Actuar, cantar, componer, escribir y pintar son algunas de sus pasiones. Al ser hija del periodista Fernando González Parra y la actriz Nailea Norvind, tuvo la oportunidad de crecer en un entorno donde aprendió a desarrollar su capacidad expresiva de forma natural. “Siempre estaba tras bambalinas, en el set, en un ambiente creativo. Y poco a poco ese lenguaje se va convirtiendo en el único que conoces”.
Desde muy corta edad, Tessa sorprendió al público mexicano e internacional con su aparición en la pantalla grande, en películas como: Fuego, Después de Lucía y Camino a Marte, en la cual compartió set con su media hermana, Camila Sodi. Recientemente, encarnó a Rosario Castellanos en Los adioses. Y a finales de junio del presente año, terminó de filmar la serie Desenfrenadas, que estará disponible en Netflix.
Tessa ha dado un giro en su carrera, incursionando en sus propios proyectos musicales. “En algún momento me asqueé del mundo del cine y de las expectativas de la gente. Me encerré en mi casa a trabajar en mi música”. En 2016, lanzó su primer disco Correspondencia. “En ese entonces no tenía ni idea de cómo cantar, pero siempre pensé que lo más importante era mi discurso, lo que yo tenía que decir. Y ya con el tiempo tomando clases fui aprendiendo”.
Este año, lanzó el primer volumen de su EP Breve compuesto por cuatro canciones, entre ellas, una colaboración con Carla Morrison, llamada “Tú y yo”, y su popular sencillo “Quimeras”. Y está por publicar el segundo volumen, con- formado por cinco canciones. “Todas mis canciones son muy personales, van de vivencias mías”. De acuerdo con la cantante, su propuesta musical no está encasillada en ningún género, pero si tuviera que describirlo, sería “Rock pop alternativo con poesía”.
Al ver el video de “Quimeras”, me quedó claro que esta mujer derrama su ser creativo en todo lo que hace. Le pregunté qué hay detrás de esta maravillosa producción, a lo que ella me respondió que fue todo un proceso lograr plasmar visualmente lo que tenía en mente: “Tiene que ver con rodearte de un equipo de gente que te entiende y en quienes confías. Desde el maquillista, la vestuarista o la fotógrafa, hasta el director”.
“Tengo muy claro que no sé hacer nada que no tenga que ver con las artes”, asegura orgullosa de su trayectoria. Leer, viajar, o simplemente, “estar en casa, abrir una botella de vino y dejar salir a los demonios” son algunos de los estímulos que alimentan la creatividad de Tessa. “Todo lo que sucede a tu alrededor lo absorbes y luego lo terminas vomitando en letras, música, poesía. Y cuando te encuentras ahí, te entra un miedo, porque sabes que vas a dedicarte a algo que muchas veces ni tú entiendes, como si viniera todo de una fuente de inspiración divina. Y después es una delicia ver cómo todo sale y ser testigo de tu propio progreso en la vida”.
Texto por: Mónica Díaz