Desde el momento en que subes al avión con dirección al destino de donde zarpará el crucero, sabes que la experiencia de viajar a bordo de un Silversea será muy especial. Un paquete de bienvenida con etiquetas de viaje, boletos y una detallada guía de lo que incluye el crucero, te espera en tu asiento. En esta ocasión los destinos que visitamos fueron: Las Islas Canarias, Marruecos, Madeira y La Gomera.
La primera parada fue las Palmas, una visita muy rápida ya que este es el lugar de embarque del crucero. Desde el momento de hacer el check–in puedes dejar todas tus preocupaciones en tierra firme, entregamos nuestra maleta y cuando llegamos al camarote todo el equipaje estaba listo; como si estuviéramos en casa. Así que decidimos dar un tour rápido por el barco. Lo primero que nos llamó la atención fueron los acabados. Nos encontramos con la alberca, que cuenta con un jacuzzi en cada una de las esquinas, alrededor de un restaurante bar. En él nos sorprendieron con un delicioso helado de menta y unas galletas recién horneadas. Al terminar de comer fuimos a conocer el spa, las tiendas, el casino y el observatorio.
En la noche, nuestro apetito nos llevó al primer restaurante italiano, en donde pedimos un carpaccio de res y bolas de risotto. Como en el mar la vida es más sabrosa, decidimos pedir un segundo plato de ravioles con salsa al pesto y el pescado del día, una grata sorpresa al paladar. Satisfechos nos dirigimos a nuestro camarote en donde lo primero que hicimos fue revisar el menú de almohadas y películas, muy parecido a un Apple TV con los contenidos más actuales.
PRIMER DÍA, Lanzarote.
Al despertar tomamos un rápido desayuno para estar listos a las 8:30 AM y salir a nuestro primer tour. En el desayuno las personas del restaurante ya tenían identificado nuestro nombre y nos dieron a elegir opciones de un diverso buffet. Nos decidimos por un buen jugo de naranja natural, unos huevos revueltos, hot cakes con arándano y una gran variedad de pan dulce al gusto. Como dice el dicho “desayuna como rey, come como príncipe y cena como mendigo”, nosotros sólo hicimos caso a la primera parte.
Para comenzar la expedición dimos un paseo en camello. Considero que son animales agresivos con sus visitantes, pero están bien entrenados. En ellos llegamos a la parte del volcán en donde nos mostraron las diferentes zonas golpeadas por erupciones a finales de 1824 cuando gran parte de la isla fue devastada. Aún se pueden ver las cenizas y la piedra volcánica. Terminamos el recorrido con otro volcán que hizo erupción y una parada rápida en un viñedo.
De regreso en el barco nos recuperamos de nuestra gran aventura en la alberca. Por la noche tuvimos nuestra primera cena formal y aprovechamos la oportunidad para tomarnos una foto con el capitán. Cenamos en el restaurante japonés y dejamos que el chef nos sorprendiera, por lo que pedimos el menú de degustación de nueve tiempos. Nos deleitamos con los mariscos más frescos que hemos comido. Para terminar la noche probamos nuestra suerte en el casino.
SEGUNDO DÍA, Agadir – Marruecos.
Amanecimos en un puerto con barcos de carga que se distinguían por la singular estrella de la bandera marroquí. Decidimos aventurarnos por nuestra cuenta y no tomamos ningún tour. Silversea da un servicio de camiones que salen cada 30 minutos para llevarte de los puertos al centro de la ciudad.
Al bajar del camión los marroquíes estaban esperando a los turistas para “pescarlos” y llevarlos a algún lado. Pero decidimos ignorarlos y seguir caminando por nuestra parte, pero con nuestro look de turista (bermudas, T– shirt, cámara Nikon, mapa en mano y cara de perdidos), los taxistas y peatones no dejaban de invitarnos a tomar un tour, pero una vez más decidimos seguir por nuestra cuenta. Caminamos por la playa para conocer la ciudad, podríamos decir que es relativamente nueva ya que en 1960 hubo un terremoto y se tuvo que reconstruir desde los escombros.
Para regresar al barco tomamos un taxi, ya que los taxistas sólo hablan francés y árabe, tuvimos que utilizar señas para intentar comunicarnos y dirigirnos al camión que nos llevaría de regreso al barco.
TERCER DÍA, Casablanca – Marruecos.
Al llegar a Casablanca, tomamos un tour a la ciudad de Rabat, considerada la capital política de Marruecos. Ahí habita el rey Mohamed VI, el cual inició la independencia de Marruecos en los cincuenta. Rabat se encuentra a casi 100 kilómetros de Casablanca. Lo primero que hicimos fue visitar el Mausoleo del rey Mohamed V construido justo a un lado de una mezquita que fue destruida por un terremoto.
El mausoleo es una edificación de mármol y grabados islámicos de gran tamaño, custodiado por soldados vestidos con el traje de gala tradicional quienes son muy amables y permiten tomarse fotos con ellos.
De regreso en Casablanca visitamos la mezquita de Hassan II, la tercera más grande del mundo, tiene una capacidad para 25,000 personas, cuenta con calefacción en el piso, cincuenta y dos candiles, puertas de titanio para soportar la corrosión del mar y trescientos sesenta altavoces.
CUARTO DÍA, Funchal, Madeiras
Desde que amanece y abres la ventana de tu balcón ves un pueblo de ensueño con sus casa de teja, fachada blanda y vegetación por doquier. Al bajar del barco este pueblo mágico no deja de sorprenderte.
Lo primero que hicimos fue subirnos al cable car que te lleva a la cima de la montaña Funchal en donde se puede apreciar el paisaje con una vista privilegiada. Al terminar, aparece el lado aventurero ya que para bajar la montaña debes subir a unas canastas que te deslizan entre las calles, se deslizan raspando el piso y dos personas la empujan (como una avalancha), bajando a alta velocidad. Durante el regreso puedes ver a gente de la tercera edad regresando a la infancia con una sonrisa de niño, algo increíble.
Funchal es parte del archipiélago de Madeiras. Las ciudades más importantes del archipiélago son; Porto Santo, Machico, Câmara de Lobos, Santa Cruz y Santana. Su principal ingreso es el turismo.
El centro de Funchal está rodeado de jacarandas, una vegetación exuberante. La mejor manera de conocer la ciudad es perderse entre sus calles, apreciando su arquitectura y paisajes.
Santa Cruz de la Palma, Islas Canarias – España.
La isla puede considerarse como una isla bananera ya que la mayoría de sus ingresos provienen de esta fruta. Los tours en esta isla son limitados por lo que les sugerimos que no pasen todo el día en la isla, con un par de horas es más que suficiente para conocerla.
San Sebastián, La Gomera – España.
Sin perder el estilo español, San Sebastián es un destino donde puedes relajarte, la isla es muy pequeña. Ideal para pasar una tarde disfrutando del atardecer.
Santa Cruz de Tenerife, Islas Canarias – España.
Sin duda para cerrar el viaje con broche de oro. Tenerife es una isla con un toque más citadino, tiene todo para quedarse unos días más. Pueden dar un paseo por las calles que poseen ese sabor que nos hace sentir fuera de casa. Vale la pena visitar la Universidad de Diseño y Arquitectura y caminar por sus calles.