La presentación de la comida japonesa tiene una filosofía principal: los colores y las formas son tan importantes como los aromas, las texturas y los sabores.
En la comida japonesa clásica se sirven cinco sabores: dulce, ácido, amargo, agrio y umami, un sabor agradable y delicioso; cinco modos de cocina: hervido, asado, frito, al vapor y crudo; cinco colores: negro o morado, blanco, rojo o anaranjado, amarillo y verde. Todo se une para crear una armonía perfecta. Es una cocina para sanar el cuerpo y el espíritu, que para ellos es eterno, y sigue el principio de que lo mismo que vive en el corazón humano, vive en las aves, las flores y dentro de los árboles.
Pescados frescos y frutos del mar son la base, y el arroz blanco al vapor acompaña la comida como una nube que prepara al paladar para una fina lluvia inesperados. El melón verde, los duraznos, o las cerezas, entre una gran variedad de ingredientes, complementan platillos que se preparan de la misma forma desde la época de los palacios imperiales.
El té verde es la bebida que una persona sirve para los demás y no para sí mismo, como un símbolo de su educación ilimitada y exquisita. La ceremonia del té, llamada chanoyu o también, sado, es un ritual profundo que involucra, ante todo, respeto y atención al prójimo. Aunque el té vino de China en el siglo VIII, fueron los monjes zen en el siglo XII quienes implementaron su práctica formal, bebiéndolo después de las sesiones de meditación. Las reglas y costumbres surgieron para tomar esta bebida tan apreciada que se sirve en cuencos de cerámica e invita a la convivencia.
En México, hemos adaptado la comida japonesa creando versiones de sushi con mango, aguacate y chile para tener un encuentro cercano con nuestras raíces y una fusión de culturas. Tenemos también parrillas de teppanyaki o lugares donde se hace el freído profundo de un tempura, envuelto en una masa especial. Es gracias a esta cocina que se han vuelto familiares ingredientes como la salsa de soya y el masago, y cada vez más, los términos tako, hamachi, toro y ebi resultan familiares.
La cultura japonesa nos ha mostrado un pequeño paraíso de silencio interior en nuestra agitada vida occidental, porque para ellos, el pasado y el presente conviven de manera natural y siempre tienen tiempo para disfrutar de los placeres de la vida. No sabemos qué nos atrae específicamente, tal vez es su comida, el acomodo de un buen nigiri o una pieza de su exquisita cerámica, aunque quizás es alguna película o una novela que leímos hace tiempo. Tal vez es la suma de todo esto. Lo cierto que a pesar de la lejanía geográfica que tenemos con Japón, nos hemos sentido siempre cerca de este país tan mágico y misterioso.
YOSHIMI.
D. Campos Elíseos 204, Polanco.
TORI TORI.
D. Polanco, Roma, Condesa, Altavista.
ZOKU.
D. Durango 359, Roma.
SUSHI KYO.
D. Havre 77, Juárez.
ROKAI.
D. Río Ebro 87, Cuauhtémoc.
ASOCIACIÓN MÉXICO JAPONESA.
D. Fujiyama 144, Las Águilas.
SUNTORY.
D. Las Lomas, Del Valle e Interlomas.
SHU.
D. Calle 3-55, Santa Fe.
NAGAOKA.
D. Guadalupe Inn y Nápoles.