“Vidertimentos” es un ejercicio pictórico y una visitación íntima de la pintura a la fotografía. En esta exposición, Jazzamoart (Irapuato, Guanajuato, 1951) toma como referencia algunas fotografías de amigos cercanos y otras de reconocidos fotógrafos para crear una serie de trípticos compuestos a partir de una placa original de cada imagen, una apropiación de una segunda impresión para intervenirla pictóricamente y, por último, una tercera pieza que consiste en una reinterpretación en óleo sobre tela, lo cual genera nuevas composiciones en su propio lenguaje y deja impreso un trazo festivo y gestual, su característico impassto y ese dripping improvisado como el free jazz que escucha mientras pinta.
Sus garabatos aleatorios y espontáneos reflejan esa libertad de movimiento, el ímpetu creativo y su capacidad para navegar entre diversas técnicas, estilos y temáticas, pero, ante todo, su obsesión por producir constantemente un nuevo cuerpo de obra, no con afán lucrativo, sino por una necesidad intrínseca de crear, como si cada lienzo que pintara fuera una bocanada de oxígeno para esos pulmones afectados por el puro que siempre está entre sus dedos.
Este juego visual parte de sus vínculos personales, emocionales y estéticos para disfrutar, intervenir y reinterpretar a sus amigos de la lente, a la vez que invita a los espectadores a hacer una lectura interdisciplinaria. De esta forma, da paso a un diálogo y a una reflexión entre la pintura y la fotografía, que por mucho tiempo fueron consideradas rivales, puesto que originalmente la pintura era el medio que mejor representaba la realidad, hasta que se inventó la cámara fotográfica, y esta última la remplazó como el medio por excelencia para capturar el instante. La pintura, por lo tanto, pasó a ser un medio para reflejar la subjetividad del artista. Sin embargo, este divertimento visual no solo propone la posibilidad de crear un diálogo entre ambas disciplinas, sino también la de cohabitar en un mismo espacio expositivo.
La serie, que está compuesta por 14 trípticos, aborda diversas temáticas, intereses e inquietudes personales que van desde la recreación de la figura humana en las fotografías de Rogelio Cuellar, Norma Patiño y Lourdes Almeida, a lo onírico, plasmado en las piezas de Lourdes Grobet, Nora Smith y Floria González. Asimismo, recorre el paisaje y lo urbano a partir de las tomas de Enrique Bostelman y Gabriel Figueroa, y pasa por lo taurino bajo la perspectiva de Harry de Zitter y Joaquín Arjona. Finalmente, llega hasta su veta más profunda: lo musical, abordado por Juan Rulfo, Nacho López, Fernando Aceves y Gerardo Cañellas.
Muchos se preguntarán por qué Jazzamoart no es considerado un artista contemporáneo si es un pintor que sigue creando obra hasta la fecha. Más allá del debate que este tema pueda provocar, considero que se debe al simple hecho de que su obra apela a lo sensorial en vez de a lo racional. Gran parte del arte conceptual que se produce en la actualidad se ha vuelto tan pragmático y elitista que ha relegado la parte emotiva, que era y sigue siendo un componente esencial en el arte. En el caso de Jazzamoart, no es necesaria explicación alguna para apreciar su obra; solo hay que experimentarla, sentirla, palparla y dejar que sus lienzos te hablen, porque son entes vivientes que vibran al ritmo de nuestro corazón.
En ese sentido, su obra es una invitación a conectar con nuestras emociones y, al mismo tiempo, un retorno a la esencia del arte y su materialidad; principalmente a aquellas obras de las vanguardias que aún provocaban una reacción emocional en el espectador y no necesitaban de un discurso hermético para comprender lo que estaba ante nuestros ojos.
Jazzamoart es la viva expresión del artista bohemio -de aquellos que ya se extinguieron en aras de crear un arte más conceptual y sofisticado- que vive por los pequeños placeres de la vida: el jazz, el tabaco, la tauromaquia y las bacanales dionisiacas. Su estilo no tiene paragón, y quizás eso es lo que lo ha hecho permanecer como un outsider dentro del sistema del arte. Su lenguaje expresionista es plenamente visceral, los trazos salen de sus entrañas impulsados por las emociones que lo provocan en ese momento, y la explosión de colores estridentes responden precisamente a esas fluctuaciones anímicas por las que atraviesa el pintor y escultor mexicano.
“Vidertimentos”
27.10.20 – 28.11.20
Galería Oscar Román
D. Julio Verne 14, Polanco, CDMX
H. Lunes a viernes de 10 a.m. a 7 p.m. / sábados de 11 a.m. a 2:30 p.m.
Escrito por Sheilla Cohen