Es un martes cualquiera. Mientras merodeo el pasillo central del Home Depot local, mi atención se ve atrapada temporalmente por una hermosa y delicada orquídea color amarillo que se luce hermosa debajo de un rayo de luz natural, justo enfrente de la más reciente creación de LEDs que apareció en el mercado.
Conforme avanzo me doy cuenta de que el primer pasillo de cualquier Home Depot es el de iluminación, usualmente lleno de la creciente parafernalia de los últimos LEDs y, de repente, me pregunto qué fue de mi viejo amigo el foco incandescente. Durante los últimos años, aparte de los fabricantes tradicionales (GE, Osram y Philips), hemos visto aparecer un gran número de empresas desconocidas que fabrican LEDs, y mientras observo los displays con las promesas de 100,000 horas de vida que ofrece esta nueva invención, me pregunto si podré adquirir hoy un foco incandescente, programado para desaparecer el próximo año.
Han pasado alrededor de 133 años desde la aparición del foco incandescente. Si en su origen fue visto como una de las grandes invenciones del siglo XX, hoy es el mejor ejemplo de ineficiencia energética. Podríamos argumentar que los LEDs son una fuente de luz eficiente, que reducen el consumo energético y las emisiones de carbono; pero, ¿qué fue del diseño y la innovación? Estamos tan enfocados en los aspectos cuantitativos del foco que nos olvidamos de sus virtudes cualitativas.
El foco de cristal, ahora descartado por ser un gran consumidor de energía, alguna vez fue revolucionario, dándonos la primera oportunidad de luz eléctrica que transformó nuestra manera de vivir. Además, nos dio una fiel reproducción cromática, ya que la luz que emite el filamento nos da un casi perfecto rendimiento de color. Desde una perspectiva de diseño, la lámpara abrió un mundo nuevo de posibilidades para el consumidor que resultó en más ambiente y atmósfera en los hogares y en otras aplicaciones.
Pero del mismo modo que el foco incandescente destronó a la vela como el elemento de iluminación por excelencia, todas las nuevas tecnologías han destronado al foco incandescente por cuestiones energéticas; pero ninguna se acerca a la calidad de luz emitida por una tecnología tan aparentemente sencilla.
Quizá “sencilla” no es la palabra más acertada para describir la silueta icónica de este ejemplar del siglo pasado. Con su envoltura simple de cristal, base de rosca y su hermoso filamento enroscado que se enciende hasta el punto de este brillo cálido, no debe de sorprendernos que arquitectos y diseñadores estén alejándose de lo último y lo más grandioso de la tecnología LED y estén escogiendo nuevamente esta lámpara retro, ya que hay un lugar donde el foco y la vela son los componentes claves del ambiente: el restaurante.
Deambulando por la Roma o la Condesa, en un viernes cualquiera, se observa una variedad de opciones culinarias: desde tailandés y mexicano contemporáneo hasta la última moda de cocina fusión. Como amante apasionada de la cocina he sabido levantarme e irme del lugar si el ambiente no es perfecto. Y, curiosamente, el ambiente perfecto contiene luz cálida, incandescente y atenuada y, por supuesto, una vela.
Cuando diseñamos y mejoramos ambientes mediante la iluminación no debemos olvidar que la luz diseña a su vez nuestras emociones. Un ambiente muy blanco, puro y muy iluminado inspira confianza en su pulcritud, mientras que un ambiente oscuro da la impresión de suciedad, haciéndonos pensar que el espacio no se ilumina por miedo a lo que podamos descubrir. Y justo en medio tenemos esta luz incandescente maravillosa, atenuada a la perfección.
Entonces, ¿deberíamos de prohibir esta tecnología? Soy fiel creyente de que todas las tecnologías tienen su lugar en este mundo. Del mismo modo que la vela transformó nuestras vidas antes del siglo XIX, el foco incandescente aún posee ese brillo cálido que nos transporta a otra época. No estoy en contra de los avances tecnológicos, pero debemos ver la belleza en todo lo que somos capaces de crear.
¿Y qué del diseño? Me pregunto que será de todos estos restaurantes increíblemente diseñados con sus focos de filamento doble tipo retro o vintage cuando inevitablemente se fundan. ¿Serán reemplazados con una versión retrofit de lo último en la tecnología LED o se tendrá que reconceptualizar el espacio? Quizá la solución es inherentemente de diseño y en no empujar a las tecnologías viejitas del pasillo de venta al mercado negro.