A lo largo de la historia, muchos se han preguntado: ¿el artista nace o se hace? En realidad, la mayoría de los artistas tienen que estudiar en una academia de arte y permanecer horas en un estudio practicando hasta encontrar su propio estilo, su len- guaje, su voz. Son pocos los que nacen con un don artístico, el talento innato para crear obras maestras sin haber aprendido las técnicas para hacerlo. Este es el caso del pintor autodidacta Esteban Fuentes de María (Puebla, 1995), quien dice haber aprendido a pintar antes que a hablar.
TODOS SOMOS DUEÑOS DE NUESTRA PROPIA LIBERTAD Y, ASÍ COMO LAS AVES TIENEN ALAS PARA VOLAR, LA ESENCIA HUMANA CONSISTE EN ESTARNOS CONSTANTEMENTE TRANSFORMANDO
Desde temprana edad, estuvo bajo los reflectores: a los dos años agarró su primer pincel y desde entonces no lo ha soltado. A los cuatro tuvo su primera ex- posición. Ahora vive entre sus estudios de París y Puebla, este último ubicado en el zócalo frente a la catedral.
El pintor poblano ha recorrido el mundo entero, con un pincel en la mano, óleos en el bolsillo y un lienzo en su maleta, pintando sus musas: las aves. Sin importar a donde vaya, este joven artista pinta en muros, en lienzo y hasta en una simple servilleta, pero nunca deja de crear. El desierto del Sahara, el Louvre en París, la monta- ña de Siete Colores, en Perú, o Hierve el Agua en Oaxaca, son solo algunos de los destinos que ha recorrido en busca de inspiración, exponiendo sus obras o pintando algún mural. La destreza con la que sus manos manejan el pincel y la facilidad con la que su cuerpo se desplaza sobre el lienzo pareciera como si estuviera realizando una danza ritualista en la que se puede apreciar cómo las aves que tanto le apasionan danzan armónicamente junto con él.
Esa agilidad con la que se mueve al pintar –como si la tela fuera su hábitat natural– nos da la impresión de haber entrado en un estado de trance influido por la inspiración divina, que lo motiva a seguir creando como los máximos representantes del expresionismo abstracto Jackson Pollock, Franz Kline y Robert Motherwell lo hacían con action painting. Sin embargo, su obra también nos remite inevitablemente a los grandes muralistas mexicanos como David Alfaro Siqueiros, a quien admira profundamente porque su finalidad, como el de ese movimiento, siempre ha sido enaltecer a México.
¿Quién es Esteban Fuentes de María?
Un joven artista mexicano, obsesionado con las aves, que nació en una casa llena de arte. Mi familia ha retratado la diversidad de México desde hace más de dos siglos, la pintura es una tradición y una lengua madre, no solo porque aprendí a pintar antes de hablar, sino porque la heredé de mis antepasados.
¿Cómo te han marcado tus orígenes mexicanos como individuo y, profesionalmente, qué relación o influencia tienen en tu práctica artística?
México es mi fuente de inspiración más grande, no solo en sus colores y texturas de la vida silvestre, sino también, por nuestro pueblo. Somos un país lleno de tradiciones culturales en los que es muy fácil encontrar inspiración.
¿De qué manera consideras que se puede utilizar el arte para generar cambios positivos en nuestra sociedad?
Hay que involucrar a las generaciones más jóvenes en el arte. A veces olvidamos lo importante que es el arte para el desarrollo personal. Afortunadamente, he conseguido cambiar la educación en mi ciudad llevando arte a las escuelas y a las calles, no solo por la estética, sino por el potencial que tiene de transformar nuestro entorno. Si queremos lograr un verdadero cambio social, el arte es la forma más sencilla de hacer que un pueblo se vuelva más consciente y sensible sobre lo que está sucediendo en el mundo.
¿Qué importancia tiene Puebla, la ciudad en la que naciste, en tu obra?
Desde chico he encontrado inspiración en las calles de mi ciudad, en su perfecto trazado y su historia. Desde las iglesias, has- ta los volcanes que la rodean, hoy mi taller se encuentra en la casa más antigua de Puebla, que además es eje central de la ciudad. Mi taller marca el punto cero del centro histórico, y desde mis balcones paso horas viendo a la gente que inspira mi obra, como si todos llevaran máscaras de aves.
Has estado expuesto a la fama por tu obra desde temprana edad. ¿Cómo le haces para estar constantemente en el ojo público y no perder el piso?
Estoy muy orgulloso de haber llevado mi obra a muchos museos, el Louvre es uno de ellos. Quiero que mi obra brille no por mero protagonismo, sino porque a través de ella presumo también a mi país, mis raíces y mi cultura. Siempre busco enaltecer a México y sé que nunca perderé el piso porque quiero que los que vuelen sean las aves de mi obra; yo mientras, estoy feliz en mi taller pintándolas.
¿En dónde encuentras la inspiración?
En la gente, en ver cómo los humanos migramos y cómo jugamos a ser dueños de la libertad. En beber un buen mezcal, fumar un puro en la terraza de mi taller, pero sobre todo, en el amor.
¿Cuáles son los artistas, escritores e intelectuales que más admiras?
El Bosco por cómo se adentra en cada detalle, un genio que plasma ciencia y religión en su obra. La mente brillante de Picasso y su versión de la realidad, y la manera en la que David Troice, también un joven artista mexicano, encuentra luz en las sombras más oscuras.
El arte es un medio de expresión. ¿Qué mensaje buscas trasmitir a través de tu obra?
Que todos somos dueños de nuestra propia libertad y que, así como las aves tienen alas para volar, la esencia humana consiste en estarnos constantemente transformando. Somos una especie que siempre está migrando, viajando hacia territorios desconocidos, construyendo nidos enormes.
Las aves son un motivo recurrente en tu obra, ¿qué simbolizan para ti estos animales?
El mecanismo perfecto, no solo por su canto, sus formas y sus colores sino, por su manera de volar y su punto de vista, porque desde el cielo todo se ve diferente.
Tu abuelo tenía un león como mascota y tú tienes un puma. ¿Qué representa y por qué escoger a un animal salvaje para domesticarlo como mascota?
Desde chico crecí rodeado de animales y, sin embargo, nunca tuve una mascota. Por mi taller han pasado un sin fin de animales como águilas, búhos, lechuzas, zorros. Todos rescatados, a veces con un ala rota, y son libres de partir cuando quieran o también de quedarse si eso es lo que desean. La fascinación por conservar la vida es una pasión heredada y el amor por los animales también. Vivo con un puma en mi estudio en Puebla, que también es mi casa, el hogar de mi obra y de mis amigos. Es un animal salvaje que no puede vivir en su hábitat natural por las amenazas que hoy en día sufre, pero hizo de la ciudad su nuevo territorio. Me acompaña a todas partes, tiene la fuerza para acabar conmigo de una mordida y por eso me recuerda que debo pintar todos los días como si fuera mi última obra.
El tema que más abordas en tu obra es la libertad. ¿Crees que todos somos de alguna manera prisioneros de una cárcel, que puede ser el sistema, una relación codependiente o la propia mente?
Los humanos amamos las jaulas, a veces hasta las hacemos de oro para disfrutar ser prisioneros de nosotros mismos, a veces podemos ser presos de una relación, una religión, la familia o la sociedad, pero es porque queremos, nadie nos obliga. Los humanos disfrutamos andar como si no pudiéramos volar.
Cuando pintas, da la impresión de que entraste en un estado de trance en el que parecieras estar danzando con las aves que plasmas en los murales. ¿Qué sensaciones experimentas al momento de hacerlo?
Lo es. Muchos pintores se echan un par de metros atrás para apreciar sus grandes obras, ver pro- porciones y dimensiones, pero cuando estás suspendido a diez o más metros del suelo pintando un gran mural, es imposible echarte para atrás porque te caes. Uso mi cuerpo como compás, se nos olvida lo perfecta que es nuestra anatomía. Cuando trazas con los brazos abiertos, las formas siempre serán perfectas y necesitas darle el aire suficiente para que el muro hable también, es como volar frente a la obra.
Además del estudio en Puebla, tienes otro en la Ciudad de México y acabas de abrir uno en París. Cuéntanos sobre estos.
El de México fue temporal, en una casa muy antigua; mis dos estudios están en París y en Puebla. Son muy similares, con los techos altos, grandes muros blancos y llenos de velas, no ocupo luz eléctrica para pintar, sobre todo por la hoja de oro que tanto uso. No sé por cuanto tiempo permanezca en París, pero tanto mis obras como yo estamos muy felices viviendo entre una ciudad y otra, aunque en Europa extraño mucho a mis animales.
¿Qué influencia ha tenido en tu práctica artística el haberte mudado al continente europeo?
Es un placer ver cómo somos queridos los mexicanos en Europa. Pareciera como si en nuestro país no nos queremos lo suficiente a nosotros mismos, pero tan pronto cruzamos fronteras, nos sentimos orgullosos de nuestros orígenes. Personalmente me da mucho gusto ver cómo nos relacionan con el arte, la comida y la fiesta, pero ante todo, me da mucho gusto haber sido tan bien aceptado aquí como mi obra también. Acabo de abrir mi galería en la Rue Saint-Honoré y voy a México una vez al mes, más o menos paso la mitad del año aquí y la otra mitad del año allá. No puedo vivir sin el romanticismo de querer a alguien aquí y allá, y eso se ve reflejado en mi obra.
Cada obra de arte cuenta una historia. ¿Cuál es tu favorita?
Son miles, cada detalle, cada especie, la posición, incluso el número de aves y de ojos tiene una razón de ser, pero mis favoritas son las que salen cuando el amor me causa algún dolor, porque son las más intensas, y por consiguiente, con las que tengo una conexión más profunda.
La división entre el arte y la moda se ha desvanecido. Cada vez es más frecuente que grandes firmas hagan colaboraciones con artistas. Me comentaron que la casa italiana Ferragamo te pidió que trabajaras con ella, cuéntanos un poco más acerca de esta colaboración.
Estoy orgullosísimo de esa colaboración porque, a pesar de que mi esencia está muy presente, fui muy fiel a la identidad de la marca. Encontré las aves perfectas para fusionarnos a ambos. Yo no tengo nada que ver con la moda y me gusta ver cómo mi obra nos logró enlazar perfectamente.
Es cierto que únicamente vendes tus obras a personas que conoces personalmente. Si es así, ¿a qué se debe?
Sí, de hecho solo acepto comisiones de gente cercana, porque mis obras no están a la venta, las pinto para mí, para mi casa y para retratar a los animales que me visitan antes de que se vayan.
¿En qué obra estas trabajando ahora?
En una serie sobre ojos, ¡cómo es fácil que se los regales a alguien cuando te enamoras! Y también unas esculturas, grandísimas, quiero que sean tan grandes que pueda vivir en ellas, y las voy a poner en el desierto para que nadie nos moleste.
¿Cuál es tu relación con las redes sociales y cómo crees que estas plataformas pueden ayudar para la difusión del arte?
Es un gran escaparate, además muy rápido, me permite contar más acerca del proceso de la producción de mi obra, mis talleres y la larga historia que hay detrás de ellas. Mi vida es súper romántica y parece que, al retratarla y publicarla en las redes, cuento una película. Me gusta que la gente lo vea así.
¿Cuáles son tus próximos proyectos?
La galería en París, presentar la colección con Ferragamo y abrir un nuevo taller. El mural más grande de mi carrera en una fachada en París y otras cosas más chicas.
¿Qué consejo le darías a un artista que está empezando su carrera?
Siempre somos artistas emergentes, no importa qué tan alto llevemos nuestra obra, siempre hay más. Así que diría hay que seguir estudiando y perfeccionándonos como individuos.
Si tuvieras que quedarte solo con uno de los cinco sentidos ¿cuál escogerías?
La vista, de la vista nace el amor.
Si cada persona es un ave, ¿cuál eres tú?
Me preguntan mucho eso, pero hasta hace poco tiempo lo supe. Al principio creía que era la combinación de muchos, hasta que me topé con otro zopilote, supe que yo lo era. Son aves negras, parecen sombras reflejadas en el cielo y el tema de las sombras me inspira mucho. Son muy arrogantes, no vuelan, solo planean. Creo que piensan que con el simple hecho de abrir las alas el mundo entero se desplaza por debajo de ellos.
Texto por: Sheila Cohen
Fotos cortesía de Esteban Fuentes de María