El 5 de septiembre, a la edad de 79 años, falleció Francisco Toledo en su ciudad natal, Oaxaca. Toledo es conocido por su talento artístico, por ser un luchador social, filántropo y promotor de la cultura de México. Su obra, irreverente, provocativa y transgresora, es un legado importantísimo para el mundo del arte y para la conservación del patrimonio artístico del país.
Toledo inició sus estudios a los 14 años en el taller de grabado de Arturo García Bustos. Tiempo después, se mudó a la Ciudad de México e ingresó a la Escuela de Diseño y Artesanías de Bellas Artes (INBA). Durante su estancia, sus obras adornaron las paredes de grandes galerías como la Galería Antonio Souza. En 1960, viajó a Europa, donde profundizó la práctica de sus técnicas de grabado y conoció a grandes galeristas, artistas y escritores; entre ellos, Rufino Tamayo. Toledo se convirtió en el discípulo del pintor oaxaqueño y, tras su viaje, realizó exposiciones en grandes ciudades como Oslo y Londres.
Su trayectoria es admirable y sus obras se encuentran hoy en importantes museos y galerías como el Museo de Arte Moderno en México, el Tate Gallery en Londres y la Kunstnaneshus en Oslo. Entre sus más grandes piezas, destaca una de sus últimas creaciones: la reja monumental del estadio Alfredo Harp Helú.
Francisco Toledo dejó su sello en la casa de los Diablos Rojos de México con una obra inspirada en los sliders, la trayectoria de los batazos, las curvas y las rectas de los lanzamientos del pitcher. Esta impactante pieza le otorga al estadio de beisbol un definido sello artístico. Los diseños en la reja fueron creados con rayo láser para obtener una mayor precisión al momento de dar forma a las diferentes figuras.
El artista era un gran apasionado del beisbol, por lo que esta pieza fue de suma importancia para él. Hoy el equipo agradeció al artista por dejar su talento grabado para la eternidad en el estadio y Alfredo Harp Helú lo recordó con una conmovedora frase: “Francisco Toledo es inmortal a través de sus obras”.
Escrito por Renée Sotomayor