Al entrar por la puerta principal de la Galería Ethra, sientes como si te transportaras a otra época. La casona antigua ubicada en la colonia Juárez, en la Ciudad de México, es una máquina del tiempo cuyos acabados avejentados distan mucho de ser los muros tradicionales pintados de blanco de una galería de arte contemporáneo.
En ella, la artista mexicana María José de la Macorra (Ciudad de México, 1964) se apropia del espacio con obras como Tillandsia I (2012-2013), una escultura ubicada en la planta superior que está conformada por alambres de acero y cuyas ramas -que aluden a las raíces del maguey- se adhieren a las puertas, se extienden por el suelo y salen por las ventanas evocando la forma de una telaraña.
La apariencia siniestra de esta instalación genera una atmósfera misteriosa y la galería pareciera estar ocupada por criaturas oscuras; no obstante, el trabajo de María José de la Macorra no es siniestro, sino más bien, un tributo a la naturaleza que proviene de haber estudiado la fisonomía de las plantas y la morfología de sus semillas durante largo tiempo.
La exposición es, como su título lo indica, un Herbarium, una colección de plantas secas, preservadas e identificadas. La muestra reúne tres de los proyectos más importantes de María José: Cuenca México, Los bosques y Orquídeas desaparecidas; estos proyectos fueron desarrollados durante las dos últimas décadas y comparten un hilo conductor.
Su profunda admiración e interés por el mundo natural es equiparable a la práctica de un biólogo o de un botánico, la única diferencia es que, en lugar de guardar esos descubrimientos para sí misma o publicarlos en una revista científica como Nature, la multidisciplinaria artista los reinterpreta en distintos soportes y hace visible lo que a menudo pasa desapercibido por la mirada.
Herbarium nos señala que necesitamos regresar a nuestros orígenes; las raíces nos permiten recordar quiénes somos y encontrar en el pasado la respuesta a nuestras dudas. Hay que estar firmes como el tronco de un árbol para que, cuando llegue la tempestad, no nos empuje el viento; para eso están las raíces, para arraigarnos a la tierra y ayudarnos a encontrar la estabilidad en medio del caos que nos rodea; en ellas reside nuestro centro, el hogar que llevamos dentro.
En ese sentido, al compartirnos su obra, María José no solo nos invita a reflexionar sobre nuestra interacción con la naturaleza, sino a retomar el hábito de la observación. La artista nos revela los patrones que son imperceptibles a la mirada y nos muestra las especies de plantas que han desaparecido o se han transformado a lo largo del tiempo para que seamos capaces de apreciar la belleza que reside en la naturaleza. Herbarium estará abierta al público hasta el 23 de septiembre.
D. Londres 54, Colonia Juárez
T. 5514 2710
Texto y fotos por Sheila Cohen