Un proyecto lleno de pasión por las artes y la cultura, empacado en un magnífico hotel boutique que tiene por objetivo proveer a sus huéspedes de una experiencia cultural; y con esto, cambiar el concepto de destino turístico lujoso, solo para complementarlo con una experiencia profunda.
Más allá de ser un hotel con amenidades de lujo, El Ganzo cuenta con un programa de residencias para músicos y artistas visuales con el que busca generar interacciones entre los mismos artistas, los huéspedes y la comunidad alrededor. HOTBOOK tiene la oportunidad de tener una probadita de estas interacciones cada edición.
Se ha invitado a artistas nacionales e internacionales para colaborar en el proyecto, y los huéspedes pueden encontrarse escuchando una selección de jazz ejecutada por Sara Bareilles o la guitarra de Slash, exmiembro de la legendaria banda Guns N’ Roses; o disfrutando de la dinámica colección de arte contemporáneo generado por los artistas más interesantes de esta generación durante su residencia en El Ganzo. Escultura, pintura, fotografía e instalación son parte de las paredes y espacios que conforman esta colección y le dan vida al concepto.
Pablo Sánchez Navarro, mente creativa y fundador de El Ganzo, nos compartió one on one un poco de su visión para este vibrante centro cultural y recreativo.
¿De dónde surgió la idea de El Ganzo?
Quería hacer un hotel donde el huésped y el artista pudieran convivir durante el proceso creativo.
¿Hubo alguien o algo que te inspirara para este proyecto; con la idea o el desarrollo?
Siempre los hay… experiencias acumuladas a través de la vida, experiencias que vas adquiriendo. Pero un ejemplo concreto que pueda señalar por encima de los otros, no.
Si tu pasión son las artes, ¿por qué combinarlas en un hotel? ¿Por qué no en una galería?
Las artes me encantan; las humanidades, en general. Y existía un nicho de mercado que, por lo menos en ese momento en México, no estaba siendo llenado, en mi humilde percepción. Abrir un estudio de grabación y darle carta blanca a los artistas para que pintaran la fachada se podía lograr fácilmente. El hotel fue algo que consideré más ambicioso y diferente que una simple galería.
¿Cuál es tu opinión sobre el rápido crecimiento de nuevas tendencias como hoteles boutique, comunidades sustentables y su integración a las prácticas comunes; en fin, hoteles o lugares que te ofrecen experiencias en vez de “moldes de galletas”?
Buenísimo. Creo que nuestra experiencia en El Ganzo es que “las moscas” que aquí se “paran” es por que buscan algo distinto al lujo por ser solo lujo. El viajero se está cultivando, y como tal, lo debe empezar a hacer cada vez más la industria, ofreciendo nuevas ofertas de valor.
¿Dónde crees que está el secreto del éxito de El Ganzo?
En ser diferente, en una construcción sólida, una alberca espectacular, un gran club de playa o conciertos con artistas grandes o chicos, semana tras semana.
¿Cómo fue empezar a abrirse paso entre artistas, pintores, músicos, para que llegaran a reconocer a El Ganzo como lo hacen ahora?
Tuvimos mucha suerte en ese sentido. En el área cultural contamos con el apadrinamiento de alguien con mucho interés y, a la vez, poder de convocatoria: Sean Penn; quien nos fue mandando contactos y artistas desinteresadamente. Luego, musicalmente, el studio y las sessions fueron ganando importancia y reconocimiento como consecuencia de que músicos consolidados querían tomarse unos días en la playa mientras grababan partes de sus discos.
¿Cómo selecciona El Ganzo a los artistas a los que invita a intervenir?
Tenemos un comité muy heterogéneo. En lo musical está Mark Rudin, quien se encarga del estudio de grabación y me manda propuestas. En el área de artistas plásticos, lo mismo hace Luzma Moctezuma. Inés Muñoz de Baena siempre trae buenas ideas, sobre todo en el área de asociaciones publicitarias. Pero esta nunca ha sido una estructura jerárquica, claro que asumo responsabilidad de lo que se hace y lo que no, pero partimos de una filosofía de colaboración, de otra forma la gente buena se te va.
¿Consideras que su concepto aún está en evolución?
Siempre. El día en que dejemos de evolucionar empezaremos a pudrirnos.
¿Piensas en una expansión futura?
No. Para mí El Ganzo es único. Pienso en nuevos conceptos, nuevos proyectos; pero no en un “El Ganzo 2”.
¿Qué es lo más gratificante de trabajar, tener y crear un espacio como este?
Las experiencias. Los días en que vemos el proceso como lo importante y nos damos cuenta de que el resultado es filosóficamente secundario. Eso es felicidad y es muy gratificante.
¿Consideras que El Ganzo tendrá oportunidad de dejar un legado?
Sin duda. Fuimos el primer hotel en atreverse a abrir al este de San José y, además, independiente. Dejamos un sinnúmero de obras conceptuales. Dejamos música grabada. Dejamos un tipo de hotel que jamás ha existido en ninguna parte del mundo, al menos no de esta manera. Todo eso será nuestro legado.
¿Por qué elegiste Los Cabos para su ubicación?
Porque, climáticamente, es el mejor lugar de México y eso es importante para cuidar los murales de las fachadas. Además es un lugar donde mi padre ya tenía otros hoteles. Es también una reserva territorial, por lo que las cosas se facilitaron financieramente. Habría sido mucho más complicado hacerlo en otro lado.
Si tuvieras que elegir cualquier otro lugar en el mundo, ¿dónde te parece que El Ganzo encajaría perfectamente? ¿Por qué?
Arquitectónicamente, encaja y desenchufa donde sea; puesto que combina elementos de fábricas de Brooklyn en su cancelería, combinados de cal típicos de viejas haciendas mexicanas en sus fachadas, madera reciclada de pino en sus puertas que te dan la sensación de estar en algo no terminado, en constante e interminable búsqueda de la verdadera esencia. En cuanto a mindset, probablemente en el viejo Praga, Greewhich Village a principios de los 60 o San Francisco en su zona de Haight-Ashbury a finales de esa misma década. Todos, porque combinaban una contracultura o una nueva e innovadora forma de ver las cosas que, paradójicamente, seguía inspirándose de una manera subconsciente en elementos de un pasado que no se puede romper así, nada más porque sí.
Por último, si pudieras recomendar un lugar en el mundo, un café, un restaurante, un hotel, lo que sea… en cualquier lugar, ¿qué nos recomendarías?
Hostal San Ildefonso, hecho con gran esmero en una casona restaurada del siglo XIX en el centro de nuestra ciudad, por Cris Mascareñas.