Por: Alexis Mustri Guindi Fotos: Thomas Vollaire
Desde París, tuvimos el placer de conversar con Matthieu y Laurence, una pareja de artistas cuya obra trasciende lo tradicional y nos invita a explorar la belleza interior de lo humano a través de los retratos celulares. Ahora, con el lanzamiento de su libro Laurence Graffensttaden, comparten su increíble historia de amor y el proceso detrás de este innovador arte que entrelaza ciencia y sensibilidad.
Matthieu recuerda sus primeros pasos en el Hospital Civil, donde comenzó su fascinación por el mundo microscópico de la anatomopatología, un campo que su padre, médico, exploraba en busca de enfermedades. “Mientras él buscaba dolencias, yo encontraba belleza y paz en las células que veía a través del microscopio. Mis ojos veían colores y formas que me recordaban las pinturas que mi madre, también artista, me mostraba. Era como descubrir un universo paralelo”.
Laurence, en cambio, creció entre Lille, Estrasburgo y Amiens, siguiendo los cambios laborales de su padre, quien era banquero. Desde pequeña, tuvo un temperamento audaz, impulsado en gran parte por su madre, Brigitte Macron, quien entonces era profesora de literatura y le inculcó una fascinación por la literatura clásica y el arte. “Una visita al Louvre fue decisiva en mi vida. Me quedé fascinada frente a La balsa de la Medusa de Géricault. La composición de los movimientos y la fuerza del mensaje me marcaron profundamente. Comprendí que el arte tiene un poder impactante que va mucho más allá de la estética”.
El reencuentro que marcó sus vidas
Aunque su historia de amor comenzó cuando ambos tenían 16 años y se conocieron durante unas vacaciones de esquí, el destino los separó por muchos años. Fue durante las elecciones presidenciales de 2017 que Matthieu, al ver a Brigitte Macron en la televisión, reconoció a Laurence. “Le escribí una carta en la que compartí recuerdos y le expresé mi deseo de volver a verla”, relata Matthieu. Cuando se encontraron en París años después, su conexión fue tan fuerte como la primera vez. Esta vez, sin embargo, no solo como pareja, sino también como colaboradores en el arte. Laurence recuerda: “Matthieu abrió una nueva puerta en mi vida, la del arcoíris. Trabajar juntos nos hizo descubrir un nivel de conexión que nunca habíamos imaginado”.
En una Nochebuena, Matthieu convenció a su padre para que le permitiera usar su equipo de laboratorio y así realizar su primer retrato celular con la ayuda de los técnicos del hospital. Para él, este proceso fue un desafío tanto artístico como técnico y legal, pues crear arte con células humanas era un concepto que nunca se había explorado antes. “Nos encontramos en el ámbito de lo sensible… ¡en todos los sentidos de la palabra!” exclama Matthieu al recordar el comienzo de esta travesía creativa.
Cuando Matthieu le mostró su proyecto a Laurence, ella quedó cautivada, tanto por el concepto como por el propio artista. “Él crea retratos de mí y logra capturar algo único, una imagen femenina, poderosa y con gracia a la vez. Con cada obra siento que revela un aspecto de mi esencia”, dice Laurence. Matthieu añade: “Laurence superó rápidamente el papel de musa; ahora colaboramos en cada obra. Es como un diálogo eterno, cuatro manos amorosas y artísticas trabajando en una danza creativa”.
El mensaje de unidad en su obra
Para Laurence y Matthieu, su arte es más que estética: es un mensaje de unidad y belleza universal. “Nuestro arte, especialmente los retratos celulares, representa la idea de que todos somos iguales, todos somos bellos. Cada célula que utilizamos es única, como la persona que representa”, explica Laurence. En su última exposición, Todos iguales, todos diferentes, realizada en el Instituto del Mundo Árabe, utilizaron células de estudiantes de secundaria para crear un símbolo de tolerancia y diversidad. “Nos emociona exponer en las colecciones permanentes del Instituto del Mundo Árabe una obra que incluye a 38 estudiantes de secundaria y sus profesores: un símbolo de unidad, tolerancia y belleza universal. Los estudiantes se sintieron muy orgullosos de ser parte de este proyecto; sus fotos y células pintadas ahora forman parte de este importante museo”, cuenta Matthieu con entusiasmo.
Además, Laurence y Matthieu están llevando su arte al escenario internacional con una exposición en Shenzhen, China, en el prestigioso MoCAUP. “Es una colaboración con Wang You Yang, un gran artista chino, para conmemorar los 60 años de amistad franco-china, y la exhibición se extenderá hasta marzo de 2025”, comenta Laurence. Para ambos, esta exhibición es una oportunidad de llevar su mensaje de belleza y unidad a audiencias de diferentes culturas.
El arte como expresión del amor
El vínculo entre Laurence y Matthieu no solo se refleja en su arte, sino también en la manera en que conciben el amor. “Nos amamos de manera fusionada y exclusiva. Nos sentimos afortunados de habernos reencontrado después de tantos años. Nos gusta pasar el mayor tiempo posible juntos, compartimos nuestras pasiones y la vida cotidiana con alegría”, expresa Laurence. Matthieu añade: “Para nosotros, el amor es sencillo y fluido porque nos entendemos y complementamos perfectamente. Nos estimulamos mutuamente, cada idea es una chispa que aviva nuestra creatividad. Trabajar juntos nos hace sentir más eficaces y nos llena de alegría”.
Con la publicación de su libro, Matthieu y Laurence desean que su arte inspire a otros y continúan explorando nuevas formas de conectar la ciencia con el arte. Actualmente, están planeando exhibiciones en ciudades de todo el mundo, colaboraciones con otros artistas y proyectos que integran el diseño y la música en sus creaciones. “Nos gustaría llevar nuestros retratos celulares a otros niveles, encontrar formas innovadoras de exponerlos y colaborar con científicos y artistas para expandir el alcance de nuestro mensaje”, comenta Matthieu. Laurence concluye: “El arte necesita ser compartido. Para nosotros, cada persona que lo contempla es parte de esta obra, y esperamos que nuestro mensaje de belleza universal y tolerancia resuene en cada uno de ellos”.
Para Laurence y Matthieu, su arte es una extensión de su amor y de su visión de la humanidad. En cada retrato, en cada exposición y en cada proyecto, buscan demostrar que la belleza se encuentra en todos nosotros y que el arte es una poderosa herramienta para recordarnos que, a pesar de nuestras diferencias, compartimos una esencia común.