Hay lugares que se disfrutan con la mente; otros, con el estómago; y luego están aquellos que logran seducir todos los sentidos. Magazzino pertenece a esta última descripción.
Ubicado en la Roma, este espacio es ideal para aquellos que saben que el tiempo no se mide en minutos, sino en copas y platos compartidos. Magazzino es un espacio donde el vino deja de ser un acompañante y se convierte en el hilo conductor de la experiencia, mientras que la comida es un acto que no dejará de sorprenderte.
En su chef’s table, la cena sigue el capricho del día, con ingredientes que llegan frescos y una ejecución que se deja llevar por la intuición del chef. Omakase, sí, pero sin rigidez: un ir y venir de platillos que nacen en el momento.
Para quienes prefieren la espontaneidad sin la ceremonia, la terraza es el sitio donde todo sucede a su propio ritmo. La curaduría de vinos es un capítulo aparte. Bajo la mirada de la sommelier Brenda Moreno, cada etiqueta encuentra su momento y su maridaje. Los vinos en Magazzino no están solo para ser degustados, sino que cuentan historias.
Y aunque el vino pueda parecer el protagonista, la cocina no es un acto secundario. La visión del chef Cosimo Branca hace un puente entre Italia y México, con una exploración libre que parte del producto y llega hasta la mesa con sabores y texturas exquisitas.
Un sitio donde lo importante no es el menú ni la carta de vinos, sino lo que sucede entre un sorbo y el siguiente. ¿Se puede ir solo por un vinito? Sí. ¿Se puede entregar uno por completo a la experiencia del omakase? También. Pero, en realidad, lo que Magazzino propone es algo más profundo: un recordatorio de que los mejores momentos rara vez están planeados.
IG. @magazzinomx
