Un viaje puede hacerse entre amigos o familia, sin embargo, en mi experiencia, este es para ir en pareja, completamente tailormade para disfrutarse en su totalidad, adecuándose al gusto y a las actividades con paisajes, cenas y hoteles que claman ser disfrutados entre dos. Los destinos son tan diferentes, con tan solo algunos kilómetros de distancia entre sí, y sin embargo embonan a la perfección para lograr hacer del 101 Paci c Coast Highway roadtrip una experiencia completamente holística.
Las paradas pueden hacerse tan cortas o tan largas según el tiempo del que se disponga, y en cada una de ellas encontramos opciones que valen completamente el kilometraje andado.
SANTA BÁRBARA
Un lugar tranquilo ya que, como se sabe, es uno de los destinos por excelencia para retirados acomodados en California. En este destino se unen las montañas Santa Ynez y el océano Pacífico, pero la magia va más allá de sus playas y se extiende a las innumerables actividades a realizar, caminando entre casas de estuco y techos de teja roja con el clásico estilo colonial español que caracteriza esta ciudad. State Street es la calle prin- cipal que se encuentra repleta de la variedad más versátil de tiendas que has visto. Encontrarás desde sombreros hasta antigüedades, pasando por ropa, helados, cines antiguos, bares y restaurantes.
La favorita de la calle fue, definitivamente, Plumgoods, una tienda que por su éxito se duplicó, una junto a la otra, con una selección perfectamente curada de ropa, bolsas de piel hechas a mano, joyería artesanal, libros, velas, espejos y portavasos, entre muchas otras cosas de esas inútiles que particularmente disfruto mucho comprar.
Para un tentempié a medio día, considerando el boom que los mercados gastronómicos han tenido en el mundo, llegados de una manera muy casual, pero deliciosa también a esta ciudad, el Santa Barbara Public Market ofrece diversas opciones que van desde comida mexicana hasta, noodles y comida thai pasando por otros bowls orientales y cualquier cantidad de healthy snacks.
Realizar un paseo en bicicleta a la orilla del mar es fundamental para conocer la vida de Santa Bárbara, y eso es porque cuenta con un carril exclusivo para bi- cicletas que te llevará con tranquilidad por todo el waterfront, acompañado de la espectacular vista de los muelles. Muy cerca de ahí, se encuentra la llamada Funk Zone, el hotspot de la ciudad, muy recomendable para hacer un pequeño tour por las bodegas de vino locales que ahora ofrecen catas a sus esporádicos visitantes, además de encontrar restaurantes, galerías, tasting rooms y boutiques. La recomendación en esta zona es definitivamente caminar sin rumbo fijo y entrar a las tiendas y bares conforme se antoje.
Y fue precisamente caminando sin rumbo por la zona que dimos con un espacio de galería y concept store llamado Shopkeepers. En las paredes colgaban fotografías de Mick Jagger, Keith Richards, Ray Charles, Patti Smith y Joni Mitchel, entre tantos otros íconos de la música, retratados por Norman Seeff, alrededor de quien giraba la exposición de turno. En la tienda encontrarás increíbles vajillas, ropa, zapatos, joyería y cuadros, entre otras cosas. Del techo cuelga una batería que le da el toque final al espacio, en donde todo converge con impecable sinergia y coolness. Además de comprar los objetos en la tienda, se puede adquirir cualquiera de las fotos en exhibición, en tamaños diferentes que te enviarán a domicilio firmada por el autor.
Para cerrar el día, a unos 20 minutos, se encuentra Montecito, la zona más exclusiva de Santa Bárbara, sede del espectacular hotel de Four Seasons, The Biltmore, que ha servido de locación para múltiples películas por sus interiores de espectáculo. Es un espacio ideal para hospedarte o simplemente para observar un atardecer de cálidos colores con vista a la playa Butterfly, desde la terraza Ty Lounge, acompañado de una deliciosa coctelería y probando quesos californianos y charcutería. El hotel abrió sus puertas en 1927 y ha fungido desde entonces como un Hollywood getaway.
Para aquellos aventureros amantes de la naturaleza, una visita a las Channel Islands es también una excelente recomendación, especialmente si se cuenta con un par de días en la primera parada del roadtrip, un lugar para hacer hiking y kayak dentro de cuevas además de avistar una increíble variedad de flora y fauna. No por nada las llaman “las Galápagos de América”.
Para aquellos con menos tiempo, el Botanic Garden en Santa Barbara es un mustsee, sobre todo por tratarse de un lugar que parece más un hiking trail que un jardín botánico, con varios recorridos, unos más empinados y demandantes que otros, además de una interesante exposición de Apicultura. El jardín cumplió 90 años y es uno de los spots turísticos más importantes de la ciudad.
Hay que evitar la visita al atardecer, ya que es la hora en la que los mosquitos atacan con ferocidad, aunque están activos a toda hora, por lo que hay que cubrirse de repelente y bloqueador solar para disfrutar del paseo sin incómodas consecuencias. El día siguiente, puedes iniciarlo con un masaje en Float, un espacio de relajación absoluta que ofrece varias opciones para aliviar el estrés. Te recomendamos el tratamiento llamado Revive, una combinación de deep tissue y masaje sueco que relaja cuello, hombros y espalda.
Barbareño y Somerset fueron las experiencias gastronómicas verdaderamente relevantes en nuestra primera parada. En Barbareño, la cocina y la atención se sienten familiares y acogedoras. Todos los ingredientes son locales y mes con mes el menú cambia según la época del año. Hace un par de meses, tuvimos la oportunidad de probar un aguacate asado con chile y rábanos, un tagliatelle con hongos japoneses en fondo de res y una banana local con pistaches, yuca y helado para cerrar una cena de cálida bienvenida a California.
Somerset fue igualmente acogedor, aunque aquí el ambiente es mucho más elegante y exigente, y lo mismo puede decirse de sus platillos y del vino maridado. La experiencia con el sommelier en este restaurante es simplemente extraordinaria, pues además de considerar lo que se va a comer, pregunta también sobre los gustos de cada comensal y hace recomendaciones individuales que se llenan de la evidente pasión que tiene por su oficio. Muy recomendable, el escogido para la cena, un Syrah de nombre Pax, de la región de Sonoma.
En lugares como Somerset mi grave problema de overordering se acentúa, pues no hay un platillo en la carta que no se antoje al momento de leer su descripción. Aquí las entradas elegidas fueron flores de calabaza rellenas de ricota con romesco verde y un casarecce con tinta de calamar; después de eso, un filete con mantequilla de echalote y papas rostizadas y una probadita del plato ajeno que –debo confesar– estaba mejor que el mío: unas costillas de cordero con tzaziki. De postre, uno no fue suficiente, y terminamos con unas buttermilk donuts con cerezas, zarzamoras y sorbete de cereza y un Vacherin de fresa, que descrito de una manera sencilla es un sándwich helado con nougatine de almendras.
BIG SUR
Nos dirigimos a Big Sur, después de dos maravillosos días en Santa Barbara. El recorrido es de cuatro horas aproximadamente así que ármate de una buena playlist en Spotify, una bolsa de swedish o los munchies de tu preferencia y disfruta de la carretera que mostrará espléndidas vistas todo el recorrido.
Big Sur encanta con sus paisajes escondidos a ratos por la neblina y por sus acantilados que reciben con fuerza las olas del Pacífico incansable. Estrenamos el recién reinaugurado puente que pasa por Big Sur para llegar a Carmel y Monterey, que hace poco más de un año se derrumbó. Con su reinauguración, se abren nuevas oportunidades también a hoteles de lujo sin precedentes como el Ventana y regresa el movimiento para los ya establecidos, como el Post Ranch Inn y el Glen Oaks.
Este último tiene un concepto un poco diferente a los demás: en lugar de habitaciones ofrece amplias cabañas independientes con absoluta privacidad en medio del bosque, todas de madera y con grandes ventanas que permiten la entrada de la luz y de las vistas verdes del bosque que las rodea, todo con una combinación perfecta en la paleta de colores elegida para su decoración. Cada una cuenta con su propio espacio para hacer fogatas y al amanecer puede uno caminar por el bosque antes de dirigirse a Big Sur Roadhouse, el restaurante del hotel. Este funciona en otra cabaña independiente y ofrece de la manera más casual y amigable, sencillos y deliciosos desayunos, todos servidos atendiendo cualquier petición especial, como tocino extra dorado, para empezar el día como se debe.
CARMEL Y MONTEREY
A tan solo 20 minutos una de la otra, pueden tratarse como una misma parada en el roadtrip. Un destino de lo más pintoresco, verdaderamente encantador, y si tienen la suerte de empezar a ver decoraciones de Navidad, como me pasó a mí, estoy segura que los remontará a la villa de Navidad que usaban de decoración en sus casas cuando eran niños.
Una excelente opción para hospedarse en Carmel es La Playa Carmel, una lujosa mansión de 1905 que fue, en realidad, el regalo de un artista para su esposa. Hoy en día y desde hace cien años pertenece al grupo de Ghirardelli. El hotel cuenta con 75 habitaciones, una excelente ubicación a tan solo unos pasos de la playa y perfecta combinación en cuanto a materiales y colores en su decoración, te hará sentir como en casa. El hotel tiene la combinación ideal entre historia y modernidad, sobre todo después de la remodelación que hicieron recientemente.
Otra extraordinaria opción de hospedaje es Bernardus. Tiene un lodge principal y nueve casas de huéspedes de uno y dos pisos. Todo está decorado con un estilo rústicochic, con trabajos en piedra italiana, mosaicos, pisos de ocre francés y dramáticos candelabros. Y puede ser que a pesar de esta espectacular descripción de sus espacios, lo más atractivo en Bernardus sea su spa y su restaurante. Cuentan con una amplia variedad de maravillosos masajes y terapias muy originales. El tratamiento en pareja Vineyard Romance, el Bernardus Melange o el Lavander Bliss serán experiencias inolvidables para disfrutar de tu viaje completamente relajado.
Lucía es el restaurante de Cal Stamenov, chef graduado de la California Culinary Academy de San Francisco que ha recorrido las cocinas del mundo por 15 años hasta establecerse aquí. El menú es impresionante y todo se antoja, pero sin duda vale la pena dejarse llevar por las elecciones del chef con el menú de degustación, que cambia cada día dependiendo de los ingredientes disponibles. Du- rante la cena, tuve la oportunidad de probar los ostiones de Maine con caviar y granizado de manzana verde, bacalao ahumado con sour cream, caviar y rábano, un risotto de abulón con trufa y hongos salvajes y, como plato fuerte, cachete de ternera y filete Wagyu con mantequilla roja y gnocchis parisinos. Toda la cena, en esta ocasión, fue maridada con diferentes etiquetas de extraordinarios vinos de la casa, ya que Bernardus tiene su propio viñedo.
Siempre que se piensa en vino de California, nuestra mente vuela a Napa-Sonoma, la región vinícola por excelencia. Si visitan Carmel y Monterey, seguramente se llevarán la grata sorpresa que me llevé yo al encontrar fantásticos productores locales de vinos. Incluso, y aunque pueda sonarles a tourist trap, la recomendación es rendirse ante la visita guiada de alguna de estas productoras, como Folktale. Además de quedar impresionados con sus instalaciones y espacios, la cata fue deliciosa al grado de salir cargando un par de botellas. La recomendación especial es no dejar de probar su vino espumoso N.V. Folktale Sparkling Brut, simplemente una delicia, con notas de manzana verde, brioche tostado y honeysuckle.
Para cenar, además de Lucia que definitivamente no se pueden perder pasando por Carmel, está Passionfish, una opción mucho más sencilla en todos los sentidos, pero donde se vive también una experiencia deliciosa.
SAN FRANCISCO
San Francisco ha sido siempre una ciudad sonada, interesantísima y muy visitada, por tratarse de la sede de grandes movimientos culturales, como los hippies en los 60 o una de las ciudades pioneras en el mundo en la lucha por los derechos LGBT, además de ser de gran trascendencia artística y literaria, precisamente por la libertad que ha promovido a través de los años. Movimientos como el de la Beat Generation encontraron su eco precisamente en San Francisco.
En los últimos tiempos, se ha convertido en el centro de los grandes avances, sobre todo tecnológicos, y como “Smart is the new cool”, los geeks de Silicon Valley – y por geeks nos referimos a los millonarios más jóvenes del mundo, creadores de empresas como Tesla, Facebook, y Google, que hoy en día forman parte integral de nuestras vidas le han aportado gran movimiento a la ciudad, promoviendo nuevos emprendimientos y apoyando movimientos también artísticos y gastronómicos con un trasfondo intelectual.
En cada zona de la ciudad constantemente se experimenta con nuevos proyectos: comida mexicana vegana en Gracias Madre, impresionantes instalaciones en el SF MoMA como The Visitors de Ragnar Kjartansson, un emotivo video de 64 minutos proyectado en 9 canales en alta definición con sonido; Bi Rite, una heladería que ofrece sabores tan peculiares como aceite de olivo o salted caramel, y así pare de contar.
Para conocer un poco más sobre la vida en San Francisco te recomendamos caminar por algunas zonas, una de ellas es Mission District, un área predominantemente latina que se ha ‘gentrificado’ velozmente en los últimos años, en sus calles podrás ver algo de street art sobre todo en el edificio llamado Women’s Building, que fungió como lienzo para uno de los murales más importantes de San Francisco, MaestraPeace, pintado en 1994 por Juana Alicia, Miranda Bergman, Edythe Boone, Susan Kelk Cervantes, Meera Desai, Yvonne Littleton e Irene Pérez.
Antes de empezar tu recorrido en Mission, visita Tartine para desayunar, un restaurante bakery con el que empezarás el día de la mejor manera posible, y donde cualquier opción de pan o platillo en el menú vale la pena. Sin embargo, no te arrepentirás si pides el Morning Bun y un eggsandwich.
Lombard Street es definitivamente un lugar para sight-seeing y para tomarse una increíble foto con vista a la bahía, y aunque no es la más inclinada, es definitivamente la más visitada para lograr atrapar el recuerdo de una visita a la ciudad, así como el icónico vecindario Height-Ashbury, que deberás recorrer caminando y perderte entre sus calles.
Encontrarás las famosas Painted Ladies en Alamo Square, siete townhouses pintadas en colores pastel típicas de las fotos que aparecen en las postales de la ciudad. En esta zona se encuentra también mi calle favorita, Hayes Street, Visita Azalea, una tienda con una excelente selección de moda, y Amoeba Music para los amantes de la música y los long-plays.
Barcino y Robin son, ambos, extraordinarias opciones para cenar en San Francisco. Si cuentas con días suficientes, deberás visitar los dos lugares ya que ofrecen experiencias verdaderamente inolvidables cuando de gastronomía se trata. No por nada se encuentran en Zagat, Eater y cualquier otra lista confiable de recomendaciones para los más exigentes sibaritas. Ambos son relativamente nuevos, por lo que deberás reservar con tiempo.
Barcino toma como inspiración la experiencia de dining de Barcelona, por lo que su menú está enfocado en tapas y se recomienda pedir varios platillos y compartirlos. La carta de coctelería y vinos también es predominantemente española, por lo que la recomendación es probar algún jerez, vermouth o alguna botella de vino español. El ambiente es relajado y de fiesta, abundan las mesas grandes y la música promueve un ambiente de drinks and dining entre amigos.
Sobre las tapas, hay para todo tipo de gustos, pero las mejores, en mi criterio, fueron la Bomba, una bola de papa y chorizo frita con aioli de ajo rostizado; las de albóndigas de cordero; la sobrasada con queso de cabra y miel y –mis favoritas – unos huevos rotos en chips con jamón ibérico de bellota y caviar negro, ¡el climax gastronómico del viaje! Tanto que pedimos otra, una vez que nos la habíamos terminado.
En Robin la experiencia es un poco diferente, se definen como un Contemporary Local Omakase. Las mesas son pequeñas, casi todas para dos a cuatro personas, y la experiencia es un poco más sobria, aunque manteniéndose casual. El servicio es impecable, al inicio de tu cena, el mesero que esté ayudándote te preguntará sobre tus gustos para que el omakase se adecúe a tus expectativas y conforme avances en los platillos indagarán sobre tu experiencia con cada uno para saber hacia qué tipo de sabores y texturas deben inclinarse.
Podrás maridar la cena con sake o con vino y la recomendación la hará también tu mesero, recomendándote la bebida ideal para los platillos que tengan pensados para ti. En suma: aquí, hay que dejarse llevar por los expertos es decir, el sushi chef y los meseros que te atenderán con toda la intención de que tu experiencia sea una para recordar.
Para una propuesta más casual, enfocada en pizzas y pastas hechas en casa, A Mano, a cargo del chef Freedom Rains, es la más reciente sensación de San Francisco. Para entrada te recomendamos los fontina arancini y para fuerte el bucatini con tomate, panceta y pecorino. No hay reservaciones, así que considera que dependiendo de la hora, posiblemente tendrás que esperar unos minutos para entrar.
Sin importar cuantas veces hayas visitado esta ciudad, la recomendación es siempre reservar todo un día para disfrutarlo en Sausalito, un lugar de lo más tranquilo, en el que no encontrarás mucho más que hacer que disfrutar de la vista al mar y aprovechar el día paseando por sus tienditas con diseño local.
PCH ROADTRIP PLAYLIST
- Going to California – Led Zeppelin
- It Never Rains in Southern California – Albert Hammond
- Keep the Car Running – Arcade Fire
- California Stars – Billy Bragg & Wilco
- Straight Up and Down – The Brian Jonestown Massacre
- Paci cTheme – Broken Social Scene
- Going Up the Country – Canned Heat
- Bixby Canyon Bridge – Dead Cab for Cutie
- Truckin – The Greatful Dead
- Good Night Hollywood Blvd. – Ryan Adams
Texto por: Nicolle Lekare
Fotos por: Jose Terán