Llamado por muchos “el último excéntrico” Pedro Friedeberg, emblemático artista mexicano, nos abre las puertas de su casa-estudio que alberga un sinfín de obras maravillosas por donde voltees, para responder algunas de nuestras curiosidades sobre su proceso creativo y su inspiración para crear “originales repeticiones” e icónicas esculturas. Ha sido nombrado parte del movimiento surrealista mexicano, aunque él no está tan seguro de definirse de esa manera y se llama, más bien, un profundísimo anti-neosurrealistoide.
¿Tiene alguna rutina o todos los días son diferentes?
Hay tres tipos de días: día amarillo, día esmeralda y día ópalo. Todos varían en la secuencia de los horrores o sucesos.
¿Pinta todos los días?
No, porque no me dejan. Suena el teléfono y pasan cosas; aunque eso quisiera.
¿Qué artistas y arquitectos fueron influencias al inicio de su carrera?
Gaudí y Facteur Cheval. Además, el arquitecto Max Cetto que tenía el gusto exquisito de los años cuarenta, y el arquitecto Vladimir Kaspe, que fue el primero con quien trabajé en 1951 y a quien le eché a perder varios planos de los que aún se dibujaban a mano.
¿Existe algún significado para las repeticiones en cada obra, o es solamente un estilo para lograr un efecto visual?
En latín, repetitio ad absurdum o, si repites cualquier palabra veinte veces, suena ridícula, extraña y primitiva. Los tamborazos son muy repetitivos y muy efectivos.
Estas repeticiones o patrones, ¿son planeados desde antes o los va creando conforme avanza en cada obra?
A veces crecen solos como plantas.
¿Hay alguna inspiración para estas repeticiones?
En su época me gustó el Op-art, que se hacía con series de cuadritos blancos y negros.
En sus obras vemos manos, pies y algunas otras figuras, ¿hay alguna razón en particular?
Después de que la silla-mano se volvió una marca de fábrica, las manos y los pies en mis esculturas y pinturas son algo así como las sandías en las obras de Tamayo. Uso mucho caballos de dos cabezas también. Me gusta la simetría.
Independientemente de icónicas obras como la silla-mano, ¿hay alguna obra en particular que tenga un valor especial para usted como artista?
Detesto la silla-mano. Fue un chiste en 1961, pero mucha gente (los filisteos, los maniqueos y los fariseos) la tomaron en serio. Mis obras favoritas son dibujos en blanco y negro, ornamentales o con perspectiva.
¿Hay algún material con el que le guste trabajar más que con otro?
Mi material favorito es la tinta china negra marca Pelikan, Higgins, Windsor and Newton, Vinci, o Stafford.
Si tuviera que describir su trabajo, ¿qué estilo diría que tiene?
Geométrico patafísico simbólico y cabalismo decorativo profundísimo anti-neosurrealistoide.
¿Hay algún artista nuevo que haya llamado su atención, a quien le augure un futuro interesante en este medio?
Mi hija Diana Friedeberg es una magnífica collagista. Mi hijo David Friedeberg es un excelente conceptualista.
Si pudiera recomendarnos un lugar en el mundo para ver arte, ¿qué lugar sería?
Recomiendo que visiten la Iglesia de Santa María Tonantzintla en Puebla y el Museo Frederic Marès en Barcelona.
Si usted no fuera artista, ¿qué habría hecho?
Si yo no fuera artista (que no lo soy) sería novelista o vigilante de cementerios.
Fotos de la obra cortesía de: Pedro Friedeberg
Retrato por: Patrick Silve
www.pedrofriedeberg.com