
Hay restaurantes que logran capturar una sensación antes que un concepto. Quinquela es uno de ellos. En una esquina de la Roma Norte, este nuevo bistró convierte la tradición en presente: mesas largas que invitan a quedarse, platillos que evocan historias familiares y una atmósfera que parece diseñada para que la conversación se vuelva parte del menú. Inspirado en los bares de barrio de Buenos Aires, Madrid y Roma, el proyecto recupera esa forma cálida y honesta de comer bien, sin artificios y con intención.



Creado por Sebastián y Ezequiel Jance, los mismos detrás de Gardela, Quinquela nace desde una herencia que cruza puertos, mercados y sobremesas prolongadas. Su historia familiar reúne la pasión siciliana, la precisión lituana y la viveza argentina, un cruce de influencias que encuentra su origen en la figura de su abuela, Nelda Banchero, fundadora de la emblemática pizzería porteña Banchero. La cocina, para ellos, ha sido siempre un lenguaje afectivo que se transmite en cada receta.


El nombre y el espíritu del lugar remiten a La Boca, barrio porteño inmortalizado por Benito Quinquela Martín, donde la mezcla de culturas, oficios y sabores dio origen a una identidad única. Esa energía migrante también se refleja en la mesa: bistró clásico con ingredientes protagonistas, aceites del Mediterráneo, prosciutto italiano y pescados provenientes de distintas regiones del mundo. Cada plato se prueba una y otra vez hasta alcanzar su punto exacto, una búsqueda que los Jance describen como parte esencial del oficio.



Comer en Quinquela es entrar a un espacio donde la cocina se vive como una extensión del hogar. Aquí el vino acompaña más que acompaña; aquí la sobremesa no es un detalle, sino parte de la propuesta. Es un lugar que celebra los sabores del mundo, pero también la emoción de compartirlos: un bistró que respira cercanía, generosidad y una autenticidad que se siente apenas uno toma asiento.


Instalado en Zacatecas 139, planta baja, Quinquela llega a la Roma para sumar una cocina que no pretende deslumbrar con artificios, sino conmover con honestidad. Una mesa donde pasado y presente se encuentran, y donde cada visita se convierte en un pequeño viaje: de La Boca, a tu boca.









































