Texto por Carlos Sanchez Rey
Nueva York es una de las ciudades más vibrantes y cosmopolitas del mundo, y su oferta gastronómica es un reflejo de su diversidad cultural. Con más de 24 mil restaurantes en la ciudad, hay algo para satisfacer los gustos de todos, desde la comida rápida hasta la alta cocina. Hemos seleccionado algunos restaurantes de entre la variadísima oferta que la Gran Manzana nos brinda para que sepas dónde consentirte cuando estés allí.
Dowlings
Un clásico del Upper East Side frecuentado por ejecutivos y personas con un alto poder adquisitivo que residen en la zona. La comida es una excusa para relacionarse en este templo de la cocina que ha sido refugio de personajes míticos en la ciudad como George Clooney o Bill Clinton. Después de la cena, la clientela se dirige al café Carlyle para tomar un cóctel y, a veces, escuchar a artistas como Kylie Minogue. Las ostras nos encandilan, así como el rib eye que nos llega en su punto, maridado con un vino que lo magnifica aún más. Las patatas con trufa no se pueden explicar. No hay duda de que este local se encuentra entre los considerados míticos y no le faltan motivos. Si quieres llevarte una imagen de Nueva York que todos tenemos en la retina, no puedes dejar de venir a este templo urbano, cosmopolita y eterno.
Fasano
Hace honor al sello que lo representa. Hay que decir que el dueño del grupo tiene orígenes italianos a pesar de ser brasileño, y de ahí el menú. Ubicado entre Park Avenue y Madison Avenue, nos presenta lo mejor de la cocina italiana y lo consigue de la mano de su chef Nicola Fedeli. Crudo di Mare con mariscos y gambas de Manzzara del Vallo, junto con una burrata de escándalo o sus paccheri al pomodoro y la espigóla hacen las delicias de cualquier comensal exigente. Y solo por mencionar algunos platos de la variada pero compacta carta que ofrece este buque insignia gastronómico del país de la bota. Ah, el postre es un must y el negroni en sus 5 variantes nos habla del espíritu de búsqueda de su barman, que cambia la carta cada 6 meses persiguiendo la excelencia. Y lo consiguen. Podemos decir que a veces se come mejor italiano en Nueva York que en Italia.
The Grill
En Park Avenue, en el edificio Seagram, el primer rascacielos que el padre del modernismo arquitectónico Mies van der Rohe levantó en Nueva York, se encuentra este restaurante hermano del famosísimo Carbón. La entrada no puede ser más espectacular. De un vestíbulo despejado que permite dar importancia y significación a cada comensal que se adentra en su universo culinario, nace la escalera que sirve de excusa para acceder a un espacio liberado de columnas y con el aire como protagonista. Inmediatamente después, una escultura colgante de Richard Lippold compite por el protagonismo en una sala repleta de un mobiliario diseñado ex profeso para el sitio por el genio de la arquitectura. Pero triunfa el equilibrio, y cada elemento tiene su sitio, encajando como un puzzle estético perfecto. La vajilla que Lenox diseñó para el presidente Kennedy y que, desgraciadamente, no llegó a estrenar, reposa sobre el blanco impoluto del mantel que la sujeta junto a los cubiertos de plata. De la comida, ¿qué decir? Empezando por los panes y siguiendo por los embutidos, el crab cake, la pasta con la salsa exprimida delante de ti con una prensa de Nueva Orleans. Y la carne, ay, la carne, eso es un bocato di cardinale. Del Lemon chiffon del final solo puedo decir que me lo comería entero. Y la música, qué música. Los años sesenta y setenta a golpe de vatio que se mezcla con los alimentos como si de un condimento se tratara. Los camareros en una danza sin parar se mueven por el espacio dibujando estelas mientras bordean mesas llenas de público refinado y el glamour de los años sesenta refrescado. Pura poesía estética y culinaria. Nada más que añadir.
Fouquet’s
Comida francesa con toque neoyorquino. Esa es la descripción que podríamos hacer de este restaurante que lleva un año conquistando la ciudad desde el vibrante barrio de TriBeCa. Su decoración al estilo bistró francés es amable pero impactante porque han sido capaces de crear una atmósfera que te envuelve nada más entrar con un claro toque de elegancia. La comida, sabrosa y refinada. Escargots, cangrejo, langosta o las patatas dulces a la japonesa forman parte de una carta corta pero contundente. Sin duda, un can’t miss que ha venido para quedarse.
Vestry
Este japonés con estrella Michelin renovada, carta medida y dos menús degustación, ofrece al amante de lo nipón una variedad suficiente para degustar sabores inéditos extraídos de la tradición y remezclados con conocimiento exquisito de su tradición culinaria. Ubicado en pleno Tribeca al lado del edificio que Renzo Piano levantara en la ciudad, en este espacio vibrante copado de restaurantes de nueva hornada que vienen a hacer las delicias de quienes buscan nuevas sensaciones gastronómicas. Empezando por su cóctel Smoking Fire, que echa humo literalmente, su mantequilla de algas, el toro chu, la vieira con wakame y azafrán o el wayu con setas, hasta la traca final que nos ofrece su tarta de queso con un ratoncito incluido. Una obra de arte riquísima. Todo ello maridado con sabiduría y buen tino con los distintos saques procedentes de las diferentes prefecturas de la isla de Japón. Sin duda, una visita obligada.
Champagne Bar en el Plaza Hotel
Un clásico entre clásicos, este restaurante ha sido base durante décadas para personajes del midtown, entre los que se encuentra Tommy Hilfiger, vecino del ático, y visitantes exclusivos que desean hacer una pausa en el camino, así como los ilustres huéspedes que se alojan en él. Cabe destacar su caviar, sus ostras y su torre de mariscos. El filete mignon o el wayúu sirloin no te dejan indiferente. Terminar con un chocolate jíbaro o una tarta de calamansi te hará volar. ¡Disfruta!
Hortus
En plena Quinta Avenida, entramos en este enclave de la comida asiática contemporánea, una fusión asiático-europea con influencias de Japón y Corea. Aparece en la guía Michelin, y muy merecidamente. El menú es sorprendente desde el principio porque no se ajusta a casi nada de lo que acostumbramos. Dejamos que nos sorprendieran y, vaya si lo hicieron. Los cócteles son otro capítulo a reseñar. A base de yuzu, nos presentaron sabores tan espectaculares como las exquisiteces que los acompañaban. Y todo a un precio más que razonable para esta ciudad. Sin duda, un sitio al que repetir.
Sadelle’s
Hemos querido incluirlo como restaurante porque nos gustó mucho la opción del brunch que ofrecen y el tipo de gente que lo frecuenta. En el corazón del Soho, en West Broadway, se encuentra este local de decoración fresca y desenfadada, pero espacioso y con mucho gusto. Frecuentado por locales que hacen gala de la modernidad del barrio, el movimiento de clientes y camareros no cesa en una especie de atmósfera viva que transmite energía a todos los que la disfrutan. Inspira mucha confianza ver cómo preparan y cocinan los bagels delante de todos para que luego los rellenes con distintos ahumados que vienen en una torre, haciendo visualmente apetitoso el primer bocado y pasando inmediatamente a saborearlo. Las tortillas se preparan bajo demanda, los huevos con caviar o el cóctel de pomelo son exquisiteces que no te puedes perder, así como terminar con su French toast, el mejor de la ciudad. Recomendamos reservar en su terraza si el clima es bueno, ya que ofrece una vista desde la que se puede apreciar un desfile constante de personajes.