Para Roche Bobois, la marca de mobiliario contemporáneo francés, un mueble es un artículo único que refleja la personalidad de su creador. Por ello, la empresa usualmente colabora con diseñadores, artistas y artesanos de los distintos países en los que está presente; de esta forma, logra manifestar la diversidad cultural en sus productos.
Un claro ejemplo es su icónico sillón Mah Jong, originalmente concebido por el diseñador Hans Hopfer en 1971. Esta pieza ha sido intervenida por otros diseñadores contemporáneos como Kenzo Takada, quien se inspiró en los kimonos tradicionales japoneses, y Missoni Home, que acertó al reflejar la sofisticación de la moda italiana.
En el caso de México, destacan sus colaboraciones con artesanos nacionales para resaltar la belleza de las técnicas tradicionales como lo son el trenzado, el tejido o el bordado. Así es como celebran el arte popular mexicano y lo dan a conocer no solo a lo largo del país, sino a nivel internacional.
Una de sus colaboraciones más famosas fue una intervención de artesanos mexicanos en cuatro de las piezas más representativas de la marca: las sillas Loop y Ava y los sillones Lully y Florian. El resultado fue una colección única compuesta por 35 piezas que fusionan a la perfección el diseño contemporáneo global y la tradición mexicana. Las piezas fueron presentadas en noviembre del 2016 en el Castillo de Chapultepec como parte de una exposición titulada “L’artesanía de vivir”.
Asimismo, el pasado 2, 3 y 4 de octubre del 2018, Roche Bobois participó en la 31ª edición de Una noche de arte, un bazar que contó con la presencia de ocho artesanos mexicanos de distintas partes de la República, quienes presentaron originales artículos hechos a mano. Además, un total de 80 expositores contribuyeron con una gran variedad de productos; entre ellos, ropa, joyería, manteles, tapetes y elementos decorativos para el hogar.
Adicionalmente, el segundo día del evento se llevó a cabo la exposición de 32 sillas francesas clásicas intervenidas por artesanos mexicanos. Dos de estas sillas, junto con otros productos como alebrijes y un coche de F1 a escala decorado por artesanos huicholes, fueron subastados para recaudar fondos para el Colegio Mano Amiga Chalco y algunas obras de beneficencia social en el país.
Texto por Sofía Gutiérrez