
Con un concepto de campo en la ciudad, este restaurante ubicado en lo alto de Paseo de la Reforma se vive desde la vista. Una terraza cubierta, techos altos y bastante luz natural enmarcan una panorámica directa al Ángel de la Independencia, integrando el entorno urbano a la experiencia de Salazar desde el primer momento.
El espacio está pensado para sentirse abierto y cómodo durante toda la comida. La arquitectura y el interiorismo priorizan la amplitud, la vista y una iluminación que acompaña el paso del día a la noche.



La cocina de Salazar parte de una idea clara: cocina de campo llevada al contexto urbano. El menú es estacional, con platos diseñados para compartirse y técnicas que privilegian el uso de leña, carbón y fuego directo, poniendo al producto al centro, pero sin exceso de intervención.
Desde la llegada, el servicio marca un ritmo ordenado y atento. La orden de ostiones fríos con salsa coctelera funciona como un inicio fresco. El pulpo rostizado con gremolata de estragón y espárrago encurtido mantiene sabores definidos y una cocción precisa.



Otra entrada imperdible son los elotitos asados. El plato central es el medio pollo rostizado con puré de papa, servido en una olla de Le Creuset. El gravy se añade al final, directamente en mesa, reforzando la idea de un plato pensado para compartir.
La experiencia se construye desde el espacio, la vista y una cocina clara. Salazar es un restaurante que traduce el espíritu del campo a una de las avenidas más icónicas de la ciudad.
D. Av. Paseo de la Reforma 333 (8º piso), CDMX
IG. @salazar.rest









































