Sebastián lleva el arte en las venas. Chileno de nacionalidad e inglés de formación, su creatividad, disciplina y enorme talento lo han llevado a ser uno de los artistas latinoamericanos más reconocidos. Destaca por proyectos como obras públicas de arte a gran escala, motocicletas, obras políticas y hasta zapatos de mujer. Con tan solo 28 años, fue la segunda persona de Sudamérica en subastar su obra en Sotheby’s Important Twentieth Century Design. Conversamos con Errázuriz para conocer más acerca de su carrera y sobre su obra Second Nature para Audemars Piguet.
¿Cómo inició tu carrera como artista?
Mi padre es profesor de arte, de hecho, diseñó el programa de arte que todos estudian en Chile, desde kínder hasta los 18 años. De alguna manera, mi carrera comienza desde niño, porque tuve que aprender a mirar obras importantes. Por ejemplo, tenía que observar una serie de 10 cuadros e identificar cuál era el primero de la serie cronológicamente, así como el último, después en cada cuadro tenías que ser capaz de mirar dentro de la imagen, e identificar de dónde partió la pintura y dónde terminó, obvia- mente es una tarea muy difícil si la pintura ya está terminada.
También debía ser capaz de identificar si el artista pintó tranquilo o contento, cuando no estaba consiente de sí mismo y en dónde tuvo problemas. Entonces mi educación fue siempre muy precisa, muy demandante.
Has participado en proyectos de todo tipo, desde calzado, hasta muebles. ¿Qué es lo que más te gusta hacer?
Me es indiferente, no me importa si estoy haciendo un diseño al interior de un avión o una instalación de arte público, lo que más me interesa es encontrar algún elemento dentro del proyecto, descubrir algo que nadie había visto antes y mostrarle algo nuevo a las personas. Por ejemplo, tengo una puerta que tiene dos mirillas, en vez de solamente una, para ver cuando tocan el timbre. Son dos porque en el fondo no tiene sentido que tengamos que cerrar un ojo.
Descubrir que no existían las puertas con dos mirillas me hace sentir vivo, me hace sentido la vida. Y lo que trato de hacer es eso, que veas algo de tu aspecto, de tu persona, de tu día o de tu cultura que no habías visto antes y que estés consciente y en ese momento de conciencia puedas tomar una decisión diferente.
Cuéntanos sobre tus colaboraciones con Audemars Piguet.
Con ellos he trabajo en tres ocasiones diferentes, todas relacionadas a elementos de la naturaleza, que a su vez trata sobre la naturaleza que los rodea a ellos en su entorno natural de Suiza, pero también de la naturaleza humana. El primer elemento que usamos fue el hielo como un componente que los aisló durante mucho tiempo. La nieve te bloqueaba y quedabas aislado por meses en algunos pueblos de Suiza, y ese problema te entrega la posibilidad de poder concentrarte, te obliga, quieras o no, a dedicarle este tiempo a ti mismo.
El segundo es un árbol en el que enraizamos los bosques que lo rodean, pero hablamos de ocupar un árbol como ejemplo de nuestra naturaleza humana a nivel obsesivo. Hoy en día, al utilizar un reloj, el cual tuvo un proceso de creación de seis meses, no tiene mucho sentido, porque tienes la hora en el teléfono, en el microondas, en el camión, en la computadora, en realidad no necesitas un reloj para ver la hora. Para mí, los relojes son un recuerdo del ingenio humano, un recuerdo de ingeniería, el máximo al cual podemos llegar desde el punto de vista análogo. Entonces esta idea de dedicar seis meses a un objeto inútil solo funciona y tiene lógica si es que puede ilustrar nuestra obsesión.
¿Nos puedes hablar sobre tu obra Second Nature?
El árbol que hice para Audemars Piguet partió como un árbol derecho, un árbol real que compré, corté, tumbé, y todas esas tablas se pegaron y se convirtieron en un bloque. Una vez que tuvimos un bloque, construimos un árbol desde cero en la computadora y nos tardamos seis meses. Después trajimos robots que empezaron a tallar y remover material del bloque maestro, hasta volver a crear un árbol. Hicimos un círculo completo en un derroche de energía, de tiempo, de dinero, que solo se justifica por hacer un homenaje a los relojeros, que tardan seis meses en hacer un reloj. Un relojero solo tiene cierta cantidad de relojes que puede fabricar en su día, hay algo muy bello de poder valorar aquellos aspectos que van mucho más allá de la ciencia y la cronología.
¿Cuál es tu fuente de inspiración a la hora de crear un nuevo diseño?
Aunque suene a cliché, si- gue siendo el tiempo. Mi tío, quien era el artista de la familia, murió de diabetes. Cuando yo nací, me apodaban por el nombre de mi tío fallecido, Panchito. Entonces esta con- ciencia desde chico de que la vida es corta siempre me ha permitido verla de otra manera, por ejemplo, entendiendo que es importante tener el valor de dejar aquellos trabajos, personas o relaciones que no nos hacen bien, pero a su vez, tener el valor y la claridad de saber, cuando estoy perdido, cuánto tiempo me queda así y qué debería estar haciendo con mi tiempo. Entonces, da la casualidad que me encontré con Audemars Piguet que es una marca de relojes y al final se enfoca en dar el tiempo.
¿Hay algo de Chile en tus creaciones?
Tal vez en el elemento latino, pues en América Latina todos estamos interconectados con las familias. Esta idea de ser parte de algo más grande y de entender la vida como un sistema más inclusivo es algo que a menudo, por ejemplo, los americanos no comparten. Como artista, el poder pensar de manera inclusiva es un beneficio.
A su vez, somos más precarios, sin importar el nivel social o el país de Latinoamérica, siempre hay escasez de algún tipo, lo cual nos empuja a ser más ingeniosos. Creo que entre el elemento del ingenio y el impulsivo, puedo nutrir ciertas cosas en mis obras.
¿Con quién te gustaría participar en un proyecto?
Con empresas de tecnología, me gustaría trabajar con Tesla o Facebook. Hoy en día, la gen- te que hace tecnología es quien tiene el máximo poder de hacer una aportación exponencial. Aquel que sea capaz de generar una app o plataforma que pueda cambiar el mundo, será capaz de cambiar a millones de nosotros; sin embargo, un artista o un escritor, lo tiene más reducido. Poder participar con quienes tienen el poder de la comunicación exponencial me encantaría.
¿Qué podemos esperar de Sebastián Errázuriz en el futuro?
Tecnología, el 80% de mi tiempo lo dedico al software. En el fondo, tengo un equipo de ingenieros que están tratando de desarrollar lo que va a ser la futura plataforma de realidad aumentada en la cual to- dos participemos. Estoy convencido de que en pocos años vamos a poder agarrar unos lentes e ir por la vida viendo tus mails y mensajes frente a ti, y de la misma manera, todo el arte, arquitectura y diseño no será necesario que exista físicamente, sino que podría existir de forma virtual. Los elementos físicos que vamos a tener van a ser muy pocos y de mucho valor agregado. Menos cosas, pero vamos a crear más. Estoy trabajando duro en crear esa plataforma para que todos podamos ser parte de ella.
FACTS
- En 2010, Sebastián recibió el título del Diseñador Chileno del Año.
- Su obra se ha exhibido en más de 40 exposiciones internacionales, en museos como National Museum of Design en Nueva York, Kiasma Museum of Contamporary Art, en Helsinki, Vitra Museum, en Weil am Rhein, Alemania, entre otros.
Fotos cortesía de Sebastián Errazuriz
Texto por Jimena Saldivar