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Víctor Solís: caricaturas, humor y reflexión

“THE STRONGEST OF THE STRANGE”

you won’t see them often for wherever the crowd is they are not. these odd ones, not many but from them come the few good paintings the few good symphonies the few good books and other works. and from the best of the strange ones perhaps nothing. they are their own paintings their own books their own music their own work.  – Charles Bukowski

Víctor Solís es un reconocido dibujante, humorista gráfico y artista plástico que ha dedicado parte de su obra a la crítica ambiental. Su vena humorista alcanza temas de la vida cotidiana con humildad, coherencia y sentido humano. En entrevista exclusiva, Solís nos cuenta su trayectoria, su extraña aventura continental con pingüinos viajeros y sobre su última publicación, Sin decir ni pío.

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Foto: Cortesía
¿Por qué decidiste convertirte en artista visual?

No es tanto una decisión como pudiera ser salir de viaje o preferir una marca sobre otra. Es una forma de vida. Para mí es un gusto, un placer que he tenido desde niño y que he desarrollado y me ha llevado a ejercerlo profesionalmente.

¿Qué te inspira al momento de crear?

Lo que me mueve es el medio ambiente. De cierta forma he encaminado mi trabajo sobre todo a hacer crítica ambiental. Y también, parte de mi forma de ver el mundo es con humor. Me he dedicado a hacer humor desde que tengo 15 años, prácticamente todo mi trabajo tiene ese tono. Pienso que el humor es bastante valioso como vehículo de comunicación porque penetra más fácil que otras cosas.

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Foto: Cortesía
¿Qué te brinda más satisfacción al exponer tu obra?

Cuando realizas un trabajo, de entrada, lo llevas a cabo porque tienes una inquietud personal. Si eso funciona con la gente y lo que quieres expresar se transmite de forma clara, entonces es muy satisfactorio. Lo que podría ser todavía más satisfactorio es que tu trabajo provocara una reacción y posteriormente se generara una cadena de sucesos.

Platícanos sobre tu compromiso con México como país y con el medio ambiente en general.

Pues tiene dos vertientes, una como ser humano y ciudadano, pues busco equilibrar la forma en la que vivo mi vida para que tenga cierta coherencia con lo que hago. Intento ser responsable en el modo de consumo y en todas las cosas que realizo en el día a día. Con respecto a lo que pueda aportar con mi trabajo, siempre estoy en esa disposición: he trabajado con ONG y, en materia editorial y plástica, también busco penetrar en mi público con ese mensaje.

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Foto: Cortesía
¿Qué otros artistas admiras?

Hay gente cuyo trabajo me parece digno de reconocer y agradecer, artistas gráficos, artistas plásticos, actores. He seguido ciertos lineamientos éticos que he encontrado en cierta gente, por ejemplo, Andrés Bustamante es muy coherente entre lo que dice y lo que hace. Es alguien que prefiere no intoxicar al público, es decir, dosifica su trabajo. No es alguien cuyo objetivo sea enloquecer a la multitud, sino ser fiel a su trabajo. Asimismo, hay personas que se dedican a otros ámbitos ambientalistas con gran coherencia y eso lo admiro mucho.

También el sentido del humor. Como dibujante gráfico, admiro a Quino, no necesariamente porque me haga reír, sino porque sus cartones siempre representan una realidad. Esa gente que deja un regocijo en el alma con su trabajo, es la gente que yo admiro.

¿Cuántos libros has publicado?

He publicado tres, uno sobre humor y medio ambiente, otro sobre fotografía, que también es un discurso ambiental, y el más reciente, que se llama Sin decir ni pío. Y otros 10 libritos sobre el medio ambiente, ilustrado con fines didácticos, para niños principalmente.

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Foto: Cortesía
Platícame sobre tu último libro.

Sin decir ni pío está compuesto por 120 cartones con un común denominador: el silencio. No hay palabra escrita. Procuré que en ninguno de mis dibujos aparecieran letras. Me sentí muy afortunado porque aprendí cómo pueden funcionar estos cartones, con temas de la vida cotidiana y ver que son relacionables a todos. De cierto modo, es un libro anecdótico.

Trata sobre cosas que pasan en el día a día de cualquier persona. Por ejemplo, una vez, andaba por el sur y vi una escuela de chefs y afuera de la escuela había una bicicleta con tacos de canasta, y todos los chefs estaban afuera comiendo sus tacos de canasta. Con sus uniformes, todos ahí. ¡Era divertidísimo!

Son pequeñas reflexiones a las que solo les das una vuelta de tuerca y las conviertes en humor gráfico. A todos de alguna manera nos evoca alguna situación que hemos vivido. Y algo que puede rescatarse de estos dibujos es que el modo de interpretación está sujeto a cada lector, depende de su for- ma de ver la vida. Son cartones urbanos muy amplios.

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Foto: Cortesía
¿Cuál de tus piezas consideras la más importante hasta el momento?

Yo creo que mi hijo. Julián para mí es quien concentra toda mi atención. Y a nivel laboral, creo que todavía no hay algo que yo piense que sea ya lo más importante, siempre está la obra por venir.

Pero si tuviera que elegir una, yo diría que Escenarios sobre Cero. Es un libro que relata una migración imaginaria de pingüinos, desde la Patagonia hasta Tijuana. Tuve que vender mi carro para poder viajar con 48 pingüinos de cerámica al sur, y tomar las fotos. Y ya una vez que tuve cerca de 6 mil disparos, armé un discurso para contárselo a la gente. Hubo quien me dijo: “¿Oye por qué no lo hiciste en Photoshop?”, pero yo no cambiaría por nada la experiencia de estar tumbado en media avenida en Sao Paulo, acomodando pingüinos y tomándoles fotos. Fue un trabajo bastante satisfactorio.

@visoor

Entrevista por Mónica Díaz
Fotos e ilustraciones cortesía de Víctor Solís