La obra del artista mexicano Francisco Toledo está llena de animales que no relacionamos comúnmente con la belleza: murciélagos, insectos, iguanas, sapos, monos, tortugas, lagartos, venados, conejos, peces, cabras y vacas son las criaturas que suelen aparecer en ella; animales que estuvieron muy presentes en su infancia en Juchitán, Oaxaca y que en sus piezas conforman una especie de zoología fantástica. En ocasiones, estos seres adquieren una forma monstruosa y, en otras, son antropomórficos.
Otro tema recurrente en la obra de este artista es la sexualidad, ubicada en un escenario en el que no se distingue lo fantástico de lo real. En 1960, Toledo viajó a Europa y conoció al pintor Rufino Tamayo, con quien estrecharía lazos al grado que se le consideraría su discípulo. La forma en la que el mexicano retrataba la realidad lo llevó a alcanzar el reconocimiento internacional. “Mi arte es una mezcla de lo que he visto y de otras cosas que no sé de dónde vienen. Me ha influido el arte primitivo, pero también los locos, los enfermos mentales y, sobre todo, Rufino Tamayo”, aseguró el oaxaqueño en una entrevista.
Toledo no solo fue conocido por su talento y el toque irreverente y transgresor de sus obras, sino también por haber sido un luchador social, un filántropo y por defender sus ideales y posturas políticas.
Aquí algunas de las obras de Francisco Toledo:
Con información de López-Dóriga Digital