Si cerramos los ojos, podemos viajar en el tiempo al estilo Back to the Future y llegar a los años veinte en un segundo. Tomemos un trago junto a Fitzgerald y presumamos nuestros mejores pasos de charlestón en la pista de baile. Al abrir los ojos, nos encontramos en una casona de la Roma, el escenario de este salto entre décadas.
Con las emociones que despierta, querrás frecuentar Casa Prunes en varias ocasiones, pues es un spot gastronómico completamente memorable.
El proyecto liderado por Mica Rosseau era una antigua casona. Fue construida en 1916 por el despacho de arquitectos Prunes y, con el paso de los años y varias remodelaciones, renació como el espacio gastronómico que hoy es Casa Prunes.
La decoración en terciopelo, los colores cálidos, los detalles clásicos y su bar giratorio hacen de Casa Prunes el restaurante más admirable para compartir una velada increíble con tus seres queridos.
Casa Prunes cuenta con su propio huerto a unas cuadras del restaurante. La propuesta de platillos es completamente impecable, pues los ingredientes son locales y frescos.
Para comenzar, no te puedes perder las croquetas de maíz y huitlacoche, las tostadas de atún o la ensalada de pulpo. Como plato fuerte, te recomendamos el short rib bourguignon. Y como un dulce cierre, sorpréndete con los duraznos al bourbon.
Los tragos, a su vez, son una obra de arte, tanto estética como sensorial. No importa cuáles sean tus preferidos: van desde los más dulces, hasta los más experimentales. Definitivamente, el Suerito de Mazatlán es un must para comenzar con algo fresco; y de ahí, déjate llevar por los sabores del emblemático Martini Doré o el FWY.
Si tu corazón te pide continuar con la experiencia, Casa Prunes tiene un speakeasy posterior, un cigar bar con tasting y hasta su propio salón de fermentos para realizar sus licores. Un deleite visual, gastronómico y de mixología ideal para cualquier momento.
IG. @casaprunes
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