Sabrina Carpenter y Johnnie Walker Black: música en copa
La cultura encuentra nuevas formas de expresarse y expandirse. La música es capaz de mover masas y construir comunidades, para convertirse en una de las manifestaciones más poderosas de identidad. El whisky, por otro lado, con su complejidad aromática y su tradición, también ha sido un vehículo para acompañar celebraciones, marcar transiciones y dar un matiz de ritual al placer. Cuando estos dos se cruzan, se genera un lenguaje compartido en el que la melodía y el trago evocan emociones que hablan de personalidad y disfrute.


























































