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Ronaldo Schemidt, ganador del primer premio al paisaje infernal

“La explosión se dio después de un enfrentamiento muy, muy fuerte, ese 3 de mayo, en Altamira”, así comenzó la narración de Ronaldo Schemidt, a quien ese día AFP le había asignado una calle de Caracas y a su compañero otra, durante las fuertes protestas opositoras venezolanas de 2017. Minutos después, con su chaleco antibalas, casco, máscara anti-gas y cámara, tuvo que evadir una tanqueta que atropelló y pasó por encima de algunos jóvenes que estaban en la protesta. “Fue una escena terriblemente violenta”, recordó el fotógrafo, “luego los manifestantes tomaron y arrastraron a un lado de la avenida una moto que había perdido la Guardia Nacional”. Lo celebraron como un trofeo y posteriormente, los que protestaban lanzaron una bomba molotov a la moto y por ello Schemidt decidió retirarse unos pocos metros de la zona de riesgo. “Al minuto, otro manifestante golpeó la moto y explotó el tanque. Yo estaba de espaldas, levanté mi cámara y comencé a fotografiar sin saber qué estaba pasando, hasta que salió José Víctor del medio del fuego”. Estos pocos segundos de paisaje infernal fueron la causa por la que Ronaldo Schemidt obtuvo el Primer Lugar en el World Press Photo 2018.

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Foto: Ronaldo Schemidt / cortesía de AFP

17 años antes de aquel 3 de mayo, Ronaldo estaba en Venezuela estudiando antropología en la Universidad Central de Venezuela, estudios que le permitieron entender las realidades sociales, históricas y culturales de muchos países. Un año después, decidió emigrar a México para estudiar fotografía. “Fue cuando me di cuenta de que me gustaba el fotoperiodismo”. El regreso a su país natal le permitió retratar la recién comenzada crisis política de la presidencia de Hugo Chávez. “Me fui por mi cuenta, no trabajaba para ningún medio. Ahí fueron mis inicios en el foto- periodismo porque me gustaba”.
Luego regresó a México con una serie de fotografías que funcionaron como presentación para trabajar en varios periódicos. En 2004 colaboró con la APF desde la ciudad de Puebla, hasta que en 2006 se integró en la plantilla de fotógrafos de la AFP de la Ciudad de México, a la cual todavía pertenece. Toma fotografías de todo tipo en el país donde reside: partidos, conflictos, elecciones.

Desde entonces, ha sentido un compromiso inquebrantable con el fotoperiodismo. “Para mí, significa libertad”, confesó el venezolano, “me permite estar haciendo algo que quiero y que me gusta.
Me deja ser un transmisor para las personas que no saben lo que está pasando y la libertad de poder expresar lo que siento en mis fotografías”. Para Ronaldo, cuan- do te dedicas a esta rama del periodismo tienes que ser creativo, pues es un arte. Hay que trabajar la composición, la luz, la historia y poner mucho de ti, a pesar de estar cubriendo un conflicto.

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Foto: Ronaldo Schemidt / cortesía de AFP

Pero esta peligrosa profesión no significa nada más ser creativo, también trae consigo la ética periodística que Ronaldo tanto defiende. Narró que, en 2017, el conflicto político venezolano evolucionó a una crisis humanitaria: no hay alimentos ni medicinas y se vive una delincuencia desatada. “Yo tenía que ver cómo hacía para decirle al mundo que en Venezuela estaba sucediendo esto, pero sin caer en el amarillismo. Entonces, más allá de irme a la típica foto de los supermercados vacíos, me fui a los barrios populares a tocar las puertas de las casas porque yo tenía que ver cómo era la realidad y me encontré con que los ‘refris’ de la gente estaban vacíos completamente. Era real lo que decían”.

Después tuvo otra asignación y el fotógrafo volvió a su país natal a cubrir el tema de la violencia y la inseguridad. Esta vez se preguntó cómo hacer para que el mundo entendiera que estas imágenes tan fuertes eran ciertas, pero que tampoco todo el país estaba así. “Entonces el reto fue ir a cubrir la violencia que pasaba en una parte de Caracas, pero al día siguiente, tuve que ir con los chavistas a mostrar que ellos están de acuerdo, que apoyan al gobierno y que no el 100% de la población está en contra del presidente Maduro”. El desafío es decirle al que está muy lejos lo que está pasando de una forma comprensible sin que sea tendencioso.

Ronaldo Schemidt es un profesional en el fotoperiodismo y por ello le aplauden constante- mente, pero a pesar de cuidar éticamente su trabajo con mu- cha rigurosidad, después de publicar la fotografía ganadora fue insultado, atacado y amenazado a través de las redes sociales. “Al principio me afectó un poco, pero ya no. Yo sé quién soy, cuál es mi trabajo y sé lo que hice. No tenemos ninguna responsabilidad, yo me pude haber quemado igual, estoy dentro de esa historia. Yo solo levanté una cámara, nada más”. Muchas personas acusan a Schemidt de haber retratado a José Víctor en vez de ayudarlo, “como si yo fuera el responsable, como si yo hubiera puesto la gasolina, ‘pero podrías haber soltado la cámara’, me dicen. ¿Soltado qué cámara si estaba en el medio del fuego? Todo esto duró 14 segundos”.

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Foto: Ronaldo Schemidt / cortesía de AFP

José Víctor Salazar, la víctima, no ha querido hablar con la prensa. Quedó muy afectado psicológica y físicamente: tuvo el 70% del cuerpo quemado por lo cual se sometió a más de 25 operaciones. Afortunadamente, ya está recuperado y además, afirmó su hermana, que gracias a la fotografía ganadora pudieron dar a conocer su caso para que recibiera todo el tratamiento clínico gratis por cuatro meses en la Clínica Metropolitana, considerada de los mejores hospitales de Venezuela, además de mucha ayuda de venezolanos que viven en el exterior.

Fueron cuatro meses de conflictos serios, de los cuales Schemidt estuvo trabajando dos. “Me volví alérgico al gas, se me quemó la piel porque era demasiado, me tuvieron que inyectar esteroides. Recibí bombazos, un perdigón en una rodilla, me deshidraté y eso me generó una infección en los riñones porque no podía tomar agua por tener puesta la máscara por horas.

“SER UN TRANSMISOR PARA LAS PERSONAS QUE NO SABEN LO QUE ESTÁ PASANDO Y LA LIBERTAD DE PODER EXPRESAR LO QUE SIENTO EN MIS FOTOGRAFÍAS”

Me hospitalizaron por un mes y al salir regresé a trabajar a Venezuela. El médico, preocupado, me dio un kit de medicinas, ya que en Venezuela no existía ninguna. Me pasaron un montón de cosas, pero el premio es un reconocimiento a ese trabajo”.

La última vez que un venezolano ganó este prestigioso premio fue en 1962, cuando Héctor Rondón Lovera tomó una fotografía en la que aparecía un cura ayudando un soldado herido en una rebelión militar conocida como El Porteñazo, que tuvo lugar en Puerto Cabello, durante la presidencia de Rómulo Betancourt. Ronaldo se siente honrado al ser el segundo en recibir el primer lugar en el World Press Photo, lo considera como un refuerzo para su compromiso, a pesar de tener sentimientos encontrados. “Por un lado, gané un premio, pero la crisis [en Venezuela] está peor: la inflación, la escasez de comida y medicinas, la inseguridad, no hay hospitales y todo sigue pasando. Mi familia sigue igual, mis amigos siguen igual, la situación sigue igual por más que trabajamos el año pasado, por más que contamos la historia, todo está peor”.

@rschemidt
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Texto por: Camila de la Fuente
Fotos por: Ronaldo Schemidt / cortesía de AFP